Su pasión ya la tenía clara: ser bombero y ayudar a los demás, dice Manuel Vargas, quien lleva 13 años en esta profesión apagando fuegos y conduciendo la Unidad T1 del Cuartel #4 “Crnl. Duilio Zerega Zerega”, ubicado en la calle 20 y Gómez Rendón, suburbio de Guayaquil.

Llegar al Benemérito Cuerpo de Bomberos no fue fácil. Lo intentó por dos ocasiones. Antes, Vargas trabajaba en el Puerto Marítimo donde manejaba maquinaria pesada como tráileres, grúas y montacargas.

En el tercer intento postuló en un curso para ser conductor de una ambulancia y pasó la prueba. Ahí aprendió a atender una emergencia. Desde ese momento, sintió que era lo quería hacer el resto de su vida: “He podido experimentar varias cosas en mi vida que me han servido”.

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En ese sentido, Vargas destaca que le gusta ayudar a las personas alejándolas del peligro y mientras lo hace se activa su adrenalina cuando está controlando el incendio.

Manuel Vargas es bombero conductor de la Unidad T1 de la Cuarta Brigada 'Neptuno 1'. Foto: Jorge Lozada Foto: Jorge Lozada

Esta labor la realiza en días en los que la familia se reúne como en Navidad y Fin de Año. En este diciembre de 2023 no estará junto a sus seres queridos, pero sí en pensamientos. Vargas cumplirá con su deber de ser bombero, el cual lo apasiona.

En años anteriores, Vargas ha trabajado el 24 de diciembre y ese día ha sido tranquilo y espera que este domingo no sea la excepción. Mientras que el 31 de diciembre es diferente, asegura que es complicado y más preocupante por el uso de la pirotecnia.

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Mentalmente Vargas ya está preparado. Al inicio le habían asignado trabajar la Navidad, pero lo cambiaron para Fin de Año: “Es impresionante cuando llegamos al lugar del incendio y la gente grita con alteración ‘llegaron los bomberos”.

Cuando hay una emergencia, Vargas y sus compañeros son notificados por la central de alarmas y les indican el lugar del incendio.

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Ha gestionado aterrizajes de emergencia en casos de ataques cardiacos, pero en Navidad es su corazón el que sufre por no estar con sus hijas: el relato de un controlador de tráfico aéreo, una labor que no para ni en feriados

Festividad sin la familia

Para Vargas y su familia es inevitable no estar triste cuando llega la noche del 24 de diciembre y el amanecer del 25. Esto lo vivieron en 2022. Mientras Vargas estaba a la espera de un llamado de emergencia, su familia estaba preocupada por la peligrosidad de su trabajo.

“Siempre ocurren incendios por los fuegos artificiales, pero ya estoy preparado para estas eventualidades”, asevera el bombero, quien en su momento se imaginó a su familia cenando en casa y abriendo los regalos.

Cuando Vargas ideó esta escena, él estaba cenando a las 19:00 del 24 de diciembre de 2022, junto a sus compañeros de trabajo en el cuartel #4. “Celebramos nuestra Navidad cenando, tomando el chocolatito, tomándonos fotos”, dice el bombero y añade que, en otros años, cuando han estado cenando ha ocurrido una emergencia.

“Tuvimos que salir enseguida para atender la emergencia que se presentó en el cerro San Pedro (en la ferroviaria). Este es nuestro trabajo y es lo que nos apasiona”, dice Vargas.

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Este incendio forestal fue alarma 2, es decir, no se lo puede controlar con dos unidades. En aquella ocasión pidieron refuerzos como personal voluntario forestal para poder controlarlo, explica Vargas.

Manuel Vargas revisando que funcione correctamente el acople del tramo (manguera). Foto: Jorge Lozada Foto: Jorge Lozada

Más de 1.000 galones de agua

En cuanto a la unidad, Vargas afirma que maneja una con capacidad de 1.800 galones de agua y la bomba le arroja 600 galones por minuto: “las matemáticas son exactas, en tres minutos ya no tendría agua, si no llega la otra unidad hay que tratar de ver como suministrar este recurso”.

El bombero, de 48 años, ha tenido varias experiencias que lo han marcado. Por ejemplo, en la pandemia Covid-19, su mayor Luis Modesto Paéz pidió autorización al coronel Martín Cucalón de Icaza para que él (Vargas) pueda cumplir su aislamiento en las instalaciones del cuartel debido a que estaba contagiado del virus.

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“Lo que más me marcó es que Luis Modesto falleció a la semana de haberme recuperado, fue como un padre para mí”, resalta.

Y, según Vargas, lo más difícil es la poca colaboración de la comunidad, es decir, que en vez de alejarse, se mantienen en el sitio e incluso para robarles.

“Cuando lleguen los bomberos, no interfieran en el trabajo, dennos espacio para poder mitigar más rápido la emergencia y en estas fechas eviten jugar con piroctenia”, aconseja. (I)