Mauro Villafuerte, de 68 años de edad, usa una sonda desde marzo del 2020 para orinar debido a que tiene la próstata inflamada.

El estómago se le empezó a abultar justo el mes cuando se establecieron las restricciones por la pandemia del COVID-19. “No quisieron atenderlo en un centro de salud (del Ministerio de Salud Pública, MSP) por lo que tuvimos que ir a un consultorio privado”, cuenta Nancy, hermana del afectado, quien no tiene seguro particular ni es jubilado del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social.

En ese entonces esta familia gastó casi 2.500 dólares en menos de tres meses en la atención privada, dinero que Mauro obtuvo con la ayuda de dos de sus otras hermanas que migraron y viven en Italia. “Fue una emergencia porque mi hermano casi se muere”, agrega Nancy. Un urólogo le colocó la sonda y le dijo tras los exámenes respectivos que su caso era de operación.

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Sin embargo, hasta el momento no tiene fecha para la cirugía. Recién este mes Mauro acudió ya a una cita en el centro de salud Guangala, en el sur de Guayaquil, desde que no lo atendieron en la red del MSP en marzo del 2020.

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Desde marzo de este año había acudido a ese mismo centro de salud cada semana pero solo para el remplazo de la sonda, la que debe comprar al igual que el resto de insumos. “Hasta los guantes y el gel, mínimo tenemos que tener cinco dólares semanales, de lo contrario no le cambian porque no cuentan con los materiales en ese centro de salud”, afirma la hermana del afectado.

En la red pública del MSP, la cita en el primer nivel de atención con un médico general es el paso previo a la derivación con un especialista, que atiende en los establecimientos hospitalarios, y así proceder con la cirugía que se requiere.

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“El dinero se nos acabó. La situación en Europa está mala y no podemos cubrir la operación que nos cuesta cuatro mil dólares. Cómo juegan con la salud del pobre, en más de dos años no habíamos podido conseguir la cita en un centro de salud (desde marzo del 2020 hasta julio de este año). Uno tiene que molestarse o ponerse a llorar para lograrlo. Ahora debemos esperar la llamada para la derivación a un especialista”, manifiesta Nancy, quien era empleada doméstica, pero a raíz de la pandemia se quedó sin empleo.

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Ella misma, de 58 años de edad, también pugna por una cirugía tras un sangrado y dolor constante en los ovarios que presenta desde agosto del 2020. En ese entonces tampoco quisieron atenderla en un centro de salud por lo que acudió a la consulta privada. “Me dijeron que no podían atenderme, que los hospitales estaban colapsados por la pandemia”.

Recién pudo retomar la atención en el centro de salud Rumiñahui, en el sur de Guayaquil, a partir de enero de este año cuando su dolor se hizo más intenso, pero ya sin sangrado, lo que si logró frenar tras la consulta particular del 2020.

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Ahora aguarda por la cita con un especialista en el Hospital del Día Mariana de Jesús, programada para el 2 de agosto próximo.

Ella dice que sin dinero no puede seguir la atención en la red privada ya que su esposo es albañil y no tiene trabajo fijo. “Hasta que se dé la consulta tengo que comprar las medicinas para el dolor, cada pastilla que me recetó la doctora particular me cuesta 1,5 dólares y la tomo cada ocho horas. Me indican que no hay en el centro de salud Rumiñahui”.

El desabastecimiento de medicamentos puede producir un incremento del gasto de bolsillo en salud (GBS) de las familias en un rubro aproximado de 132,12 millones de dólares hasta finalizar este año, indica el documento oficial titulado Informe situacional sobre la realidad actual del desabastecimiento de medicamentos y dispositivos médicos necesarios para operar en los establecimientos de salud del MSP, elaborado el 22 de junio último.

Los porcentajes de abastecimiento de medicinas y de insumos médicos eran del 69 % y 71 %, en su orden, a nivel nacional en mayo pasado, según este análisis oficial que detalla estos porcentajes en cada una de las áreas geográficas a las que pertenecen las provincias.

Hay zonas donde el desabastecimiento es mayor que en otras, como en la Zona 1 (Carchi, Esmeraldas, Imbabura y Sucumbíos) y en la 8, la más poblada del país y que incluye a Guayaquil, Durán y Samborondón.

La cantidad en stock del 53 % de las medicinas del Cuadro Nacional de Medicamentos Básico (CNMB) alcanzaría en promedio más de un mes en la Zona 1, mientras que este porcentaje llega al 61 % en la Zona 8, la segunda área geográfica más desabastecida del país.

La Política Nacional de Medicamentos 2017-2021 dispone que los fármacos y dispositivos médicos del CNMB deben cumplir con un porcentaje de abastecimiento de al menos el 90 % anual para que no exista riesgo de ruptura de stock.

Las que tienen los más altos porcentajes de abastecimiento son la Zona 2 (Napo, Orellana y Pichincha, exceptuando Quito) con 78 % y la Zona 3 (Chimborazo, Cotopaxi, Pastaza y Tungurahua) con un 79 % en abastecimiento de medicinas, pero en ninguna se supera el 90 %.

La falta de insumos médicos, necesarios para las cirugías, empeora en ciertas áreas como en la Zona 8, la peor atendida en este aspecto, ya que un poco más de la mitad de los dispositivos (54 %) estarían disponibles un promedio mayor a un mes.

Los datos son parte de este informe que es el insumo principal realizado tras la disposición del 17 de junio pasado del presidente de la República, Guillermo Lasso, de declarar la emergencia en el sector salud, en medio de la paralización nacional de ese mes. La resolución finalmente se adoptó el 22 de junio último.

La situación podría empeorar, se detalla en el documento, ya que los procesos de contratación disponibles, como la subasta inversa electrónica, demoran en su totalidad hasta tres meses o más con el riesgo de que se declaren desiertos, existan reclamos e incumplimiento de contratos: “Bajo esta lógica, en menos de 90 días dichos ítems no se encontrarían disponibles para la provisión de los servicios de salud”.

Medicinas Foto: Diana González

La actual emergencia es para revertir los tiempos en los procesos de compra y aumentar el porcentaje de abastecimiento en la red pública.

En el análisis del MSP se reconoce que la pandemia “obligó a reorientar los recursos casi de manera exclusiva para atender a los pacientes con patologías respiratorias relacionadas con el COVID-19, limitándose de este modo los servicios esenciales, los mismos que debieron ser reorganizados para atender las patologías represadas a partir de julio de 2021″.

Medicinas Foto: Diana González

El documento señala que el plan emprendido ante la pandemia generó “el represamiento de la atención de las patologías de todo tipo, y en muchos casos la complicación de las mismas (...), durante aproximadamente 18 meses, aumentando la demanda de medicamentos e insumos médicos para otras” enfermedades que no son COVID-19.

Enrique Terán, profesor investigador de la Universidad San Francisco de Quito, afirma que durante el primer año de la pandemia se descuidó absolutamente todo lo que no tenía que ver con el coronavirus. “Los centros de salud y hospitales se abocaron por completo a la atención de COVID-19 y eso hizo que se rompa la planificación en términos de abastecimiento para garantizar una atención mínima adecuada a los usuarios”.

El dinero que usualmente se utilizaba para financiar las patologías de siempre se empleó en la atención del coronavirus, agrega, entonces se acabaron los recursos económicos. “Es por eso que en el segundo año de la pandemia, cuando baja la intensidad de la misma y hay vacunas, los hospitales comienzan a activar la atención de las patologías no COVID-19 y se encuentran con la sorpresa, entre comillas, de que no había medicinas, insumos y materiales para atender a los pacientes”.

La atención en las unidades del MSP fue normalizándose con mayor demanda a partir de julio del 2021 con las atenciones clínicas y quirúrgicas represadas.

El total de atenciones y consultas ambulatorias por prevención y morbilidad realizadas en la red del MSP llega a 11,3 millones entre enero y mayo de este año, cantidad mayor a la registrada en los mismos periodos del 2019, 2020 y 2021. Esto refleja el incremento de la demanda en la prestación de los servicios de salud pública.

Terán indica que en la actualidad se atienden las patologías que usualmente aquejaban a la población antes de la pandemia, lo que repercute en esta demanda ya que se suman también los casos de coronavirus.

La red del MSP es la más demandada ya que sus 135 establecimientos hospitalarios y 1.963 centros de salud atienden al 62 % de la población nacional que requiere o necesitaría atención médica.

El COVID-19 (comprobado) pasó de ocupar el segundo y primer lugar en el listado de las principales causas de internación hospitalaria en 2020 y 2021, en su orden, al octavo puesto durante lo que va de este año (entre enero y mayo), luego del proceso de vacunación que conllevó a que menos personas requieran hospitalización debido al coronavirus.

“La mayoría de los casos actuales de COVID-19 son leves y no necesitan de hospitalización y de cuidados intensivos”, asegura Terán, debido a la vacunación.

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El perfil epidemiológico del 2022 muestra que las principales patologías corresponden a enfermedades de características quirúrgicas, como apendicitis, cesáreas por emergencia, atención materna por cicatriz uterina y colecistectomías, lo que requiere de insumos para las cirugías.

“De esto hay una penosa conclusión y es que la pandemia fue tiempo perdido en términos de salud porque no se ha podido modificar en absoluto la situación epidemiológica de la población afectada antes del COVID-19, que es un distractor porque teóricamente y al ser vacunal debería ser de menor relevancia, pero al estar en posición ocho significa todavía que el volumen reconocido de casos es aún importante, por eso hay que ver qué sucede en el segundo semestre de este año”, agrega Terán. “Es de esperar que en esta segunda mitad del año baje de puesto aún más si hay un mayor control de esta enfermedad”.

La avalancha de atenciones lleva a que solo en los primeros cinco meses de este año el número de internamientos en los hospitales sea de 339.424, el 77 % del total registrado durante todo el 2021.

El número promedio de personas que fueron dadas de alta de los hospitales tras ser internadas fue de 36.708 cada mes durante 2021, mientras que en lo que va de este año la tasa mensual es de 67.884 pacientes.

Procesos declarados desiertos dificultan la adquisición de medicinas y de insumos

Una de las causas del desabastecimiento, según el MSP, fue la reorganización territorial establecida en junio del 2020, que implicó la fusión de los establecimientos de primer nivel (centros de salud) en un menor número de distritos (de 140 a 92), lo que conllevó a la desvinculación de 330 servidores públicos que tenían funciones administrativas.

Esto, indica el análisis situacional, provocó retrasos en la ejecución de los procesos contractuales por el incremento del volumen de actividades que debía realizar el personal que quedó.

Otro factor fue la salida progresiva de medicamentos del catálogo electrónico, lo que genera procesos de compra pública deficientes, con un mayor número de adquisiciones de medicamentos y dispositivos médicos declaradas desiertas.

El informe detalla ejemplos como la baja participación de los oferentes en el proceso de compra por emergencia focalizada, declarada en septiembre del 2021, en la que de 123 ítems se adjudicaron solamente 42 procesos (30 %) y a través del mecanismo régimen especial se adquirieron 149 fármacos de una necesidad de 299. Finalmente solo se ha entregado el 73 % de lo dispuesto en esos contratos a la fecha.

El Servicio Nacional de Contratación Pública (Sercop) está en proceso de catalogación de todos los fármacos del CNMB con el fin de garantizar procesos ágiles de compra y abastecimiento, pero la labor recién culminará en septiembre próximo, indica el análisis.

El objetivo es el uso del procedimiento de subasta inversa corporativa, pero se necesita que todos los ítems del CNMB que puedan sean parte del catálogo electrónico.

Al momento se ha incluido 171 fármacos y el objetivo es llegar a 684 ítems del CNMB, dijo el ministro de Salud José Ruales, en rueda de prensa del 21 de julio último.

Con esto proceso se simplificará la compra de medicinas que realizan los hospitales en línea. El CNMB incluye 977 tipos de medicinas, pero 293 no pueden ser catalogados en estos procesos electrónicos ya que cuentan con un solo proveedor.

Al incluir la mayor parte en los catálogos electrónicos se evita el uso de los modelos de contratación, como la subasta inversa electrónica y la ínfima cuantía, que no son los mejores mecanismos para superar el desabastecimiento de manera oportuna, reconoce el análisis del MSP.

Incluso, la opción de ínfima cuantía ”solventa el problema de manera momentánea”, pero “a costos superiores al del mercado”, se indica en el documento. “Con base en la experiencia de diferentes unidades de salud durante la pandemia, estos incrementos pueden oscilar en el rango de entre 30 % y 800 % más”.

El 70 % de los procesos declarados desiertos, entre 2019 y 2021, fue porque no se presentaron oferentes al procedimiento de contratación de medicamentos.

El sector farmacéutico dedicado a la producción e importación de medicamentos e insumos ha indicado que la escasez de materia prima y las limitaciones en el transporte, reducción de frecuencias y encarecimiento de fletes aéreos y marítimos dificultan la participación.

Si bien la situación caótica de la red pública de salud fue heredada, dice Terán, el régimen actual de Lasso no pudo sortear los mecanismos burocráticos asociados con las adquisiciones para el abastecimiento de medicinas e insumos. “Las compras públicas no se han podido efectuar de forma adecuada. Se hizo una primera declaratoria de emergencia en salud en septiembre pasado que tuvo un resultado paupérrimo ya que se adquirió menos del 40 % de los medicamentos que se estaban requiriendo”.

Después, a través del mecanismo de compra excepcional, se dijo que se había logrado abastecer al menos el 70 % de los requerimientos. “Esto no ha sido del todo cierto ya que hay casas de salud cuyos inventarios están por debajo del 40 % y hay otras pocas que han logrado alcanzar un 70 % o 75 %. La declaratoria actual de salud pronostica lastimosamente fracasar si no se dejan de lado esos mismos mecanismos burocráticos de adquisición de insumos y medicamentos”, manifiesta Terán.

Hay que romper con el esquema de las compras por demanda, acota el especialista, en el que se adquiere cuando ya hace falta el medicamento. La causa principal de la escasez de medicinas y de insumos en la red pública es la falta de planificación. “No se pueden tomar acciones estratégicas a ciegas, entonces hace falta un buen manejo de las estadísticas de salud para saber qué es lo que debe adquirirse, en qué cantidad y cada cuánto tiempo”.

Tras el primer mes de la última declaratoria de emergencia, el ministro Ruales afirmó que los hospitales administrados por el MSP debían empezar a recibir 125 tipos de medicamentos desde esta semana hasta el 10 de agosto próximo, justo a doce días de que se cumplan los dos meses de la resolución.

La adquisición de dispositivos e insumos médicos ha demorado más. La distribución de estos se tiene previsto que sea a partir de agosto próximo. (I)