José Ulloa abre su local por las mañanas, acomoda las corbatas y se sienta junto a la máquina de coser para seguir fabricando. Le gusta vestirse con pantalón de tela y guayabera.

Esa es la rutina en su negocio ubicado en las calles Luque entre Boyacá y García Avilés. En ese lugar lleva 68 años ofertando corbatas de tela extranjera. Él tiene 82 años y aún le apasiona lo que hace.

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Su vida siempre ha estado entrelazada por esta prenda, pero podría desatarse por la dura competencia que tiene en el mercado debido a la producción masiva de corbatas por empresas chinas.

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“Todo iba bien hasta cuando los chinos invadieron el mercado en el mundo, desde luego el Ecuador no es la excepción, hoy por hoy el negocio vale prácticamente cero. Si yo quisiera volver a producir, ya no habría fábrica donde comprar tela de corbata”, dice Ulloa, a quien le entristece que cierre su fuente de ingreso.

Un negocio de generaciones

El corazón de la familia siempre ha sido este negocio. El padre de Ulloa inició con esta idea en Quito, luego falleció y lo asumió su hermano, es decir, el tío de Ulloa, quien en un año y medio colocó el negocio en Guayaquil.

Ya en esta ciudad se involucró su sobrino, José, que en ese entonces tenía 14 años, y ahora es quien está al frente del mismo. Por esa tradición es que a Ulloa le aflige cerrar su negocio, el cual le ayudó a sacar adelante a su familia.

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Cuando tenía 22 años se casó y se convirtió en padre de una niña. Después, tuvo dos varones. Su primer sueño era ser cantante y hasta viajó a México, pero eso no se dio. “Me di cuenta lo difícil que es ser cantante”, expresa.

Luego de esto siguió con el negocio en Ecuador. “Tenía mis clientes y empecé distribuyendo a almacenes (...) No había límite de producción, se fabricaban las que pedían”, dice.

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Sector textil afectado por caída de ventas y empleo

El corbatero de Guayaquil afirma que la tela que usaba para la confección de corbatas la traía de Alemania, Italia, Francia y Estados Unidos. Llegó a tener 168 clientes empresariales y ahora son menos de diez como El Comisariato, Bassil y D’ Vini, que asegura lo mantienen a flote en el mercado.

Además distribuye a las provincias de Santo Domingo de los Tsáchilas, Los Ríos y Guayas. En el cantón Milagro, por ejemplo, confeccionó 120 corbatas y 32 pañuelos suizo.

El costo de una corbata es de $ 4, ese valor se ha mantenido por 30 años. “No es rentable ese precio, pero no se puede subir por el hecho de que una corbata china al por mayor vale 0,75 centavos”, admite Ulloa.

Diseños

En tanto, los diseños más vendidos, según Ulloa, son los que están a la moda. “Hoy por hoy ya no hay seriedad en el color, se visten a lo condorito, ya no se puede garantizar que no se va a vender porque sí se va a vender. Lo más vendido antes era lo serio”, señala Ulloa, quien afirma que no tiene una corbata preferida, para él todas las confeccionadas son valiosas.

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Estos son varios modelos de corbatas que José Ulloa ha confeccionado en su local. Foto: JESUS ALAVA

Ulloa destaca que uno de los conocimientos adquiridos durante este tiempo ha sido aprender inglés, algo de francés e italiano: “a pesar de solo haber estudiado hasta la secundaria, yo me considero autodidáctico”.

Este año, Ulloa piensa cerrar su local, que está en el centro de Guayaquil. Dice que no tiene más alternativa porque la fabricación masiva de corbatas, cuyo valor es más barato, se ha vuelto una gran competencia, de la cual no puede batallar. (I)