Los datos oficiales más recientes indican una inflación anual en noviembre pasado de 1,84 % en Ecuador, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

El mayor peso correspondió al transporte (1,26 %), la salud (0,14 %) y la educación (0,12 %). Los alimentos y las bebidas no alcohólicas tienen una incidencia mínima: ocupan el cuarto lugar con un 0,118 %.

“La inflación en alimentos es muy puntual a ciertos productos y está asociada a la importación (como el caso del trigo, materia prima para hacer pan). Los producidos localmente, por ejemplo, las frutas y las legumbres, caen de precio (en noviembre pasado respecto al mismo mes del 2020). No hay un crecimiento generalizado en los precios de los alimentos”, asegura el analista y editor de la revista económica Análisis Semanal, Alberto Acosta Burneo.

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Si se analiza en detalle al grupo de alimentos y bebidas no alcohólicas, el incremento más fuerte es en los aceites y las grasas en Ecuador, por un impacto internacional, indica.

“El aceite de palma ha subido fuertemente por problemas en la producción en Indonesia y Malasia, que son los principales productores. La pandemia redujo la oferta de mano de obra y el año pasado el fenómeno de La Niña hizo disminuir las lluvias (en esos países), lo que generó problemas en la oferta a nivel mundial y esto hizo que los precios suban significativamente”.

El segundo grupo que sube es el agua mineral, los refrescos y el jugo de frutas. Y en tercer lugar está el pan y los cereales, lo cual está influenciado por el precio del trigo, que ha subido en el exterior. “Hay una mayor demanda del lado de China y también problemas por el lado de la oferta en algunos países productores”, dice Acosta.

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El 98 % del trigo que se consume en el país es importado, y sustituir este grano con producción local es complicado. Los principales productores cosechan 8 toneladas (t) por hectárea (ha), mientras que el rendimiento en Ecuador es de 2,5 t por ha.

“No somos tan competitivos. Esto es importante porque el pan es un producto de consumo masivo. En esto tenemos que pensar cómo hacer para no afectar el precio en el país en el futuro”, indica un ingeniero en producción agrícola y docente de la Universidad San Francisco de Quito, Jorge Ávila.

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El incremento del costo de los fertilizantes, insumos importados que se usan en la producción, aún no se ve reflejado de forma fuerte internamente en el precio de los alimentos, dice Acosta.

“El productor está asumiendo ese costo, porque no puede pasarlo al cliente. El consumidor tiene un bolsillo afectado por la pandemia. Al final, el mercado es el que pone precios según la oferta y la demanda, entonces, no es posible pasar todo el incremento de costos a los consumidores. Esto tiene que ver con la restricciones en el bolsillo de los ciudadanos; la demanda sigue reprimida y no hay cabida para aumentos fuertes. Las verduras y las hortalizas usan fertilizantes, sin embargo, su precio en el país ha venido cayendo”, asegura.

Un posible efecto sería, indica Acosta, una restricción en la producción con base en estos costos. “Habrá quienes digan que ciertos productos no son rentables y sembrarán otros que consuman menos fertilizantes, o buscarán mecanismos alternativos de fertilización; pero los productores van a tener que adaptarse a esta realidad, porque el bolsillo de los ciudadanos está afectado”.

El precio de los cereales sí está en aumento a nivel mundial, como el del maíz. En este caso, el 97 % de la demanda nacional está cubierta con la producción local. Este incremento puede ayudar en la recuperación de la economía de las familias rurales, como las que producen justamente maíz, dice Ávila.

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Pero también pueden afectarse los criadores de aves de corral, ya que el maíz se usa como balanceado para alimentar a los animales. “Los que crían las gallinas están reclamando que compran a un precio mayor al de sustentación establecido por el Gobierno, y el grano también está saliendo del país hacia Colombia y Perú”, afirma Ávila.

El precio mínimo de sustentación es de $ 14,15 por quintal de maíz, pero están vendiendo a un costo de entre $ 20 y $ 22 cada quintal.

La situación podría generar un aumento del costo de los huevos y de la carne de pollo en el futuro, agrega. (I)