Juan vive en Santa Elena y tiene 53 años. La mayoría de sus años se ha dedicado a la pesca manteniendo a su familia de cuatro miembros. Su casa, de cemento y ciertas partes de madera, está a pocas cuadras de la playa Palmar.

El pescador no concibe la idea de que esta zona, según el estudio de la organización internacional sin fines de lucro Climate Central, vaya a inundarse por la elevación del nivel del mar proyectada al 2050.

“Yo me conozco mucho el lugar y no creo que esto sea tapado por el agua. Yo aquí nací y moriré”, dice el comunero.

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En este estudio aparece la playa Palmar sombreado de rojo desde el perfil costanero hasta una cuadra de ingreso a territorio, es decir, que ese margen es el que se proyecta que se inunde en unos 27 años.

La zona costera de Salinas aparece en rojo, lo que significa el posible aumento del nivel del mar. Foto: captura.

Así también ocurre con más playas del país que se juntan a esta tendencia de desaparecer. En la zona de Salinas, por ejemplo, está su malecón, La Lobería, Mar Bravo, y toda la gran área que comprende la conocida La Chocolatera, El Mirador La Puntilla y El Soplador.

Cerca de Chipipe habría un aumento considerable del nivel del mar en 2050, desde la playa hasta el Coliseo de la FAE, esto es, una distancia de casi tres cuadras o unos 550 metros.

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Y la alerta continúa, en La Libertad está su malecón y en el cantón Santa Elena comprende playa Ballenita, de Capaes, Punta Barandúa, Punta Blanca, San Pablo, Monteverde, Jambelí, playa Rosada, Ayangue, San Pedro, Montañita, Olón y otras.

Este incremento del nivel del mar ya es inevitable, advierte otro informe, en este caso del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC).

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“El nivel medio global de los mares aumentó 20 centímetros entre 1901 y 2018, pero la subida se está acelerando por el cambio climático: era de 1,3 milímetros anuales hasta los años 70, entre 1971 y 2006 se elevó a 1,9 milímetros por año, y desde 2006 a 2018 ya se eleva a 3,7 milímetros anuales”, dice el informe que además, señala que, con un calentamiento global de entre 2 y 3 grados se fundirá casi completamente el hielo del Ártico occidental y Groenlandia.

¿Qué ocurriría luego?, pues la IPCC indica que lo más probable es que las circulaciones de las corrientes en el Atlántico “colapsen abruptamente” antes de 2100 causando “drásticos cambios en las tendencias climáticas regionales y un enorme impacto en los ecosistemas y las actividades humanas”.

Son efectos que no se pueden detener, dice Julián Pérez-Correa, ingeniero ambiental y director de la fundación Japu. “(Las playas) son áreas que naturalmente están propensas a hundirse o desaparecer. Se prevé que en 2050 comiencen a verse los efectos más grandes por los deshielos de los glaciares y sube el nivel del mar y como esas áreas están ahí van a tender a desaparecer. No se lo puede detener, es el problema, no podemos luchar en contra la naturaleza”, señala el experto.

Pérez-Correa afirma que urgentemente lo que debe hacerse es dejar de construir en zonas de riesgo a inundaciones y evitar damnificados en el futuro.

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Con esto concuerda Franklin Ormaza, investigador y profesor de la Facultad de Ingeniería Marítima y Ciencias del Mar de la Espol, quien agrega que el problema es el ser humano.

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“La naturaleza es equilibrada, nosotros hemos venido a interrumpirla. El país tiene dos problemas fundamentales en medio ambiente: deforestación y contaminación”, asegura Ormaza, quien estudia varias playas, entre ellas, La Lobería.

“Nosotros medimos la modificación de la playa porque estudiamos la acumulación de plásticos. Hemos determinado una dinámica enorme que existe en esa playa y otras, el cambio de gradientes de la playa es de una semana para otra, dependiendo de las condiciones de la marea, aguaje, vientos. Hemos medido pendientes de 12 grados de la playa, que es altísimo, a pendientes de 4 grados, que es más o menos lo normal. Esos cambios se producen en cuestión de días”, explica el también oceanógrafo.

Ormaza añade que las dunas (montículo detrás de la playa) cambian de posición. Con estas evidencias, Ormaza no cree que se pueda determinar cuáles son las playas que desaparecerían en 2050, pero lo que sí es real es el aumento del nivel del mar.

“Es más importante determinar el impacto que estamos generando hoy los seres humanos con el mal uso de la playa, la construcción de espigones, muelles sin mayor estudio oceanográfico o en muy corta escala de tiempo”, dice Ormaza.

Expertos señalan en gran parte de la costa colocan espigones sin estudios. Afirman que el que está en el malecón de Salinas no debió construirse. Foto: Ronald Cedeño. Foto: El Universo

Este Diario realizó un recorrido por el perfil costanero de la provincia de Santa Elena. Se observaron espigones como en el malecón de Salinas y construcciones a pocos metros del mar. Además, de la contaminación de fundas plásticas, vidrios y otros artículos en la arena y unos llevándose el mar.

En Montañita, por ejemplo, ese impacto es demasiado evidente sumado al colapso de las lagunas de oxidación que contaminan el río y el mar.

Cristina Barreiro, integrante del Colectivo Ambiental Montañita, dice que este tema más los cambios de corriente aportan a esas altas de marea y por ende perdida de playa.

Este Diario se contactó en varias ocasiones con el actual alcalde de Santa Elena, Luis Segovia y no tuvo respuesta. Lo mismo pasó con la autoridad del cantón Salinas, Daniel Cisneros.

La única autoridad que respondió fue la alcaldesa electa por Santa Elena, María del Carmen Aquino, quien asume la administración en mayo próximo y asegura que propondrá una ordenanza para que no se construya en zonas de riesgo y cree que tendrá el apoyo de los concejales. Así también, irá a la Contraloría General del Estado.

“Presentaremos un informe a la Contraloría sobre las personas que han firmado estas legalizaciones para que todos los funcionarios sean sancionados como la ley dispone”, apunta.

Aquino no descarta la reubicación de familias en lugares vulnerables y prevé levantar muros de protección costera y reforestar ciertas zonas.

El ingeniero ambiental Pérez-Correa sostiene que hay más alternativas que se pueden trabajar para minimizar impactos como restaurar manglares.

“Que las nuevas casas en las zonas costeras tengan sistemas flotantes, es decir, que puedan adaptarse con las inundaciones, puedan subir y cambiar de nivel. No son tan costosas, pero requieren de adaptabilidad. El escenario más terrorífico es que sabiendo lo que va a ocurrir, las autoridades no hagan nada”, afirma Pérez-Correa.

La Chocolatera, en Salinas, es otras de las zonas que aparecen en "rojo" en el informe. Foto: Ronald Cedeño. Foto: El Universo

“La solución empieza por escuchar a los científicos, a los que estudiamos. Hay un abuso atroz, ponen piedras (espigones) en nombre del turismo”, menciona Ormaza, quien indica que para finales de marzo o principios de abril habrá un fuerte aguaje.

“Y va a venir acompañado con un incremento de temperatura del agua del mar, entonces la marea va a subir. Se va a sentir porque va a venir una onda kelvin y encima tenemos la situación meteorológica, que con los vientos va a arrimar agua hacia las costas”, apunta Ormaza.

Esmeraldas, Manabí y El Oro, más zonas en riesgo

Las costas de las provincias de El Oro, Manabí y Esmeraldas también están catalogadas bajo riesgo por el aumento del nivel del mar que proyecta la organización Climate Central para el 2030 y con mayor impacto hasta el 2050.

Por ejemplo, la playa de Puerto López aparece en mayor proporción en rojo desde el muelle turístico hasta el Centro de Rescate de Tortugas, que son 3,6 km.

En Esmeraldas, la isla Bonita, gran parte de Mompiche y toda la zona costera de Atacames se estima que sufran inundaciones para el 2040, con mayor énfasis de cobertura para el 2060.

En tanto que en El Oro, específicamente la isla Jambelí aparece cubierta casi en su totalidad. Esta isla mide unos 300 km.

Recortar emisiones a la mitad antes del 2030

La necesidad de recortar a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero antes de 2030 para limitar el calentamiento global a 1,5 grados este siglo es lo que advierte el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) en su informe.

Este estudio fue elaborado en Alpina de Interlaken, en Suiza, y recuerda que entre el 2011 y el 2020 el planeta ya se ha calentado 1,1 grados con respecto a los niveles preindustriales. Esto fue entre los años 1850 y 1900.

“La temperatura global de la superficie se ha calentado desde 1970 a mayor velocidad que en cualquier otro periodo de 50 años de los últimos dos milenios”, detalla el informe y además alerta que, de continuar así, las consecuencias en forma de fenómenos meteorológicos extremos serían especialmente catastróficas. (I)