El proyecto de monitoreo con cámaras trampa en Cerro Blanco que el biólogo Benjamín Navas dirige desde hace cuatro años ha resultado en capturas audiovisuales de diferentes tipos de animales.

Cuenta con nueve cámaras, distribuidas entre la parte alta y la parte baja del bosque y vegetación protectores, que es uno de los últimos remanentes de bosque seco en el cantón Guayaquil.

Publicidad

Sus cámaras han captado un descubrimiento llamativo: varias tomas de un ocelote (u ocelotes, pues todavía no determinan si es un solo individuo o varios) sin cola; otra de un yaguarundi, otro felino, con la cola retorcida; y de venados sin una oreja y con deformaciones en la piel.

Cadáver de la ballena más rara del mundo fue encontrado en Nueva Zelanda

El yaguarundi es un felino de tamaño pequeño a mediano, con una gran cola. Está ampliamente distribuido en América; no obstante, en Ecuador viven dos subespecies: Herpailurus yagouaroundi panamensis, que habita en la Costa, y Herpailurus yagouaroundi melantho, de la Amazonía.

La población costera de yaguarundis está clasificada como vulnerable en la escala de conservación del Libro rojo de los mamíferos del Ecuador, debido a una posible disminución en su población por reducción de la calidad de sus hábitats por deforestación y por conflicto con humanos.

De acuerdo con el Libro rojo, además, la subespecie de ocelotes del centro-sur de la Costa ecuatoriana Leopardus pardalis pusaeus está catalogada como vulnerable, debido a la degradación y pérdida de su hábitat por el avance de la frontera agrícola y urbanismo.

Publicidad

Otra toma de un ocelote sin cola en Cerro Blanco. Foto: Cortesía: Benjamín Navas

No es la primera vez que animales en Cerro Blanco presentan anomalías físicas. Anteriormente, resalta Navas, ya se han publicado casos de coatíes con sarna, situación asociada con la presencia de perros asilvestrados en el bosque, y de monos aulladores de coloración blanca.

Navas explica que tienen registros de anormalidades desde 2022, tanto en la zona baja como en la zona alta. Están preparando una publicación científica al respecto.

WWF Ecuador expresa preocupación por la inseguridad dentro de áreas protegidas del país

“Según lo que ya he consultado con otros expertos, esto no se ha registrado a nivel nacional”, indica Navas. “Estos registros puntuales de anormalidades también son indicadores de que algo está pasando, de que algo está mal. No es solo un caso: son varios”, revela.

Las razones detrás de las deformaciones de los felinos podrían ser varias, y Navas recalca que todavía no tienen respuestas definitivas.

“Las cámaras no te dan una causal; solo te dan el registro”, explica. Empero, continúa, una hipótesis podría ser que se debe a pérdida de variedad génetica en la población de los felinos que viven en el bosque protector.

Para determinar esto se necesitaría realizar un estudio genético, tomando muestras del ADN de la población de felinos del bosque.

Jaime Salas, biólogo, explica que la Costa ecuatoriana ha experimentado distintos “eventos ecológicos de fragmentación”, por lo cual las distintas poblaciones de animales no tienen conexión entre sí, derivando en “erosión genética, que podría ser una de las posibles causas de anomalías a nivel morfológico”, como las alteraciones en la cola o la ausencia de la misma.

‘Erythrolamprus darwinnunezi’, la nueva especie de serpiente descubierta en las laderas amazónicas de los Andes en Ecuador

La fragmentación de las poblaciones genera que el intercambio genético disminuya, derivando en endogamia, o sea, el cruce entre animales que son parientes.

Sin embargo, podrían existir otras causas, como enfermedades en la piel o por deficiencia alimenticia, señala Salas.

Señala que también hay un caso de un yaguarundi con un desorden cromático y con la cola quebrada en Churute, captado mediante cámaras trampa.

“Se está manifestando más ahora todo esto porque el fototrampeo ahora es más asequible; es un poco más barato comprar las cámaras. Hace diez años era casi impensable poder tener presupuesto para eso”, indica.

No obstante, debido a que son cámaras que se deben dejar sin supervisión en áreas salvajes, agrega Salas, son susceptibles a ser robadas o a sufrir vandalismo.

“Las roban, las dañan. Todas las personas que ponen cámaras trampa saben que tienen ese riesgo, gente que ingresa de forma ilegal a estas áreas. Ven la cámara, la destruyen o se la roban”, dice Salas.

Un grupo de coatíes tomando agua en Cerro Blanco.

En total, Navas ha captado alrededor de 17 especies de mamíferos medianos y grandes en Cerro Blanco. Cree que los patrones de concurrencia y ausencia de especies ha ido cambiando con los años. Hipotetiza que hace algunos años era más común ver especies como el yaguarundi, el mapache y el hurón. (I)