Nota del editor: Este perfil es parte nuestras notas exclusivas para suscriptores, pero lo abrimos a todas nuestras audiencias como un aporte a la Democracia a fin de que los electores puedan seguir conociendo a los candidatos que el 20 de agosto buscan la Presidencia de la República.


De una niñez ‘feliz’ en el campo, con acceso a ‘todo’ -tierras, cultivos y ganado-, en su natal Sevilla, del cantón Alausí (Chimborazo), Fernando Villavicencio pasó a una vida de carencias en Quito, adonde su familia migró a sus 13 años.

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Mayor de seis hermanos, estudiaba en la noche y trabajaba en el día, “pelando pescado, conchas, de mesero o sillero”, recuerda este periodista, apasionado por la literatura y poesía desde la adolescencia. En esa etapa cree que se forjaron sus raíces izquierdistas al recibir una ‘enorme’ carga ideológica y política de los 17 libros que leyó sobre la historia de Simón Bolívar para participar en un intercolegial de oratoria. Quedó en segundo lugar.

Hoy, con el apoyo de los movimientos Gente Buena y Construye, Fernando Villavicencio aspira a llegar a Carondelet.

Hasta hace dos meses fue legislador y presidió la Comisión de Fiscalización de la Asamblea (2021- 2023), lapso en el que presentó 24 informes, entre ellos, uno sobre la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, en el que recomendó al Gobierno actual que no reciba la central por tener fallas estructurales (17.499 fisuras). En otro informe, de Petrochina, reveló que durante el régimen de Rafael Correa se autorizó contratar líneas de crédito con intereses ‘de chulco’, afectando el precio del crudo y causando un supuesto perjuicio por casi $ 5.000 millones, en una década.

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También asegura que denunció el caso León de Troya, investigación ligada a la mafia albanesa con el cuñado del presidente Guillermo Lasso, Danilo Carrera. Mientras tanto, la Función Judicial registra una acusación contra Villavicencio por “omisión de denuncia”, pero no hay mayores detalles del avance de este proceso, que el candidato desconoce: “Recién me entero, pero ¿qué omisión? si fui yo quien denunció”.

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Villavicencio fue cuestionado por ‘defender’ a Lasso, pues el informe borrador que presentó en su comisión concluía que el mandatario no incurrió en peculado, en el contrato entre Flopec y Amazonas Tanker Pool, y que por ello no procedía el juicio político, proceso que se inició, pero que finalmente no se concretó porque Lasso decretó la muerte cruzada. “En todas las investigaciones que yo hice en la Comisión de Fiscalización de contratos con China, el partido de Lasso votó en contra. Todas. Y después me dicen que yo soy el abogado de Lasso”, critica ‘Don Villa’, quien hace un año cuestionó que el exlegislador Luis Almeida lo llame así: “Yo me llamo Fernando Villavicencio. Usted no (me) puede decir ‘Villa’”. Hoy, el candidato acoge este apelativo, al igual que sus coidearios en los mítines.

Fernando Villavicencio, candidato a la Presidencia, se reunió con un centenar de agricultores en Samborondón. Foto : Francisco Verni Foto: El Universo

De su paso por la Asamblea, Villavicencio destaca su paciencia al “sobrevivir en un mundo contaminado”, en el que confiesa haber rechazado “ofertas económicas” y tentaciones que le ofrecieron desde el poder para detener sus investigaciones. Dejó su curul, tras la disolución de la Asamblea, con un patrimonio de $ 77.799, casi $ 8.000 más que en 2021, al asumir el cargo. “Aún no tengo casa, vivo con mi madre”.

No registra empresas; fue socio de una firma quiteña de alimentos, creada en 2006 y disuelta seis años después; y registró activo su RUC entre 2004 y 2022. Una de las actividades que tuvo fue la pizzería El Leñador, que asegura le pertenece a su familia: “Tienen 40 años con ese negocio”.

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Cuando su familia empezó este emprendimiento, él estudiaba periodismo en la Universidad Central. “Me retiré ya casi al final de la carrera”, justifica, porque trabajaba. A los tres años retomó sus estudios y se graduó en el centro superior Cooperativa de Colombia, cuando no tenía “ningún problema” esta institución, cerrada en 2008 e investigada por entrega fraudulenta de títulos.

Pero el ejercicio periodístico lo practicó desde los 17, como locutor en un programa de cultura latinoamericana en radio Tarqui. Ahí estuvo durante ocho años, tiempo en el que también se vinculó al espacio informativo.

De joven, Villavicencio participaba en el diseño y elaboración de monigotes con mensajes críticos e irónicos en contra de los gobernantes de turno y los exhibía en la avenida Amazonas (Quito), recuerda Carlos Figueroa, su amigo desde hace 26 años.

En 1996, además de hacer una representación de Abdalá Bucaram, Villavicencio cuenta que ese año se reunió con el exmandatario León Febres-Cordero, en su casa de Urdesa (Guayaquil), para organizar la revuelta en contra de Bucaram. “Hubo esa predisposición para defender los intereses nacionales y poder articular acuerdos políticos con sectores, incluso, con los que no compartíamos”, dice el candidato, quien fue asesor de Cléver Jiménez entre 2009 y 2013, entonces legislador de Pachakutik, movimiento que ‘Don Villa’ ayudó a fundar con otros dirigentes en 1995.

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Ese año, Villavicencio decidió dejar a un lado el periodismo para laborar en la unidad de comunicación de Petroecuador (1995-2000): “Lo que hacía es investigar y hacer registro sobre los impactos de la industria petrolera en las comunidades amazónicas (...), siempre acababa emitiendo informes en contra de la propia empresa”. En este trabajo descubrió “grupos de poder, vinculados a la política, que viven del petróleo” y pasó documentos a colegas periodistas.

Con la experticia petrolera y tras recibir una indemnización de $ 17.000 al ser despedido en el gobierno de Jamil Mahuad, Villavicencio retomó su profesión desde el periodismo de investigación en portales digitales, como Vanguardia, Plan V, PI (Periodismo de Investigación), entre otros, financiados con aportes internacionales, de empresas privadas y de lectores. Ha publicado diez libros y cientos de poemas que aún no ha decidido hacerlos públicos.

‘Don Villa’ calcula que ha hecho unas 260 investigaciones, como Palo Azul, Refinería de Esmeraldas, Petrochina, Julian Assange y Arroz Verde (caso de sobornos por el que se sentenció a Correa a ocho años de prisión por cohecho). Sus revelaciones le hicieron ganar concursos periodísticos -Arroz Verde ganó el Premio Nacional Jorge Mantilla Ortega y una mención internacional en la Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación Colpin 2018-, pero también le costaron lo que considera la “peor persecución que un periodista haya sufrido en este país”, en el régimen de Rafael Correa (2007-2017).

El candidato presidencial Fernando Villavicencio recorrió las calles del cantón Milagro, el 21 de julio. Foto: José Beltrán Foto: El Universo

Su ‘calvario’ empezó, recuerda, a los cuatro meses de su primer gobierno, luego que una comisión de expertos petroleros, que él integraba, le sugirió a Correa terminar el contrato con la brasileña Petrobras, en el campo Palo Azul, debido a un “perjuicio de $ 2.000 millones al Estado”. Pero “Rafael Correa dijo: ‘Aquí puede haber un perjuicio, pero tengo que honrar el acuerdo con el presidente Luis Inácio Lula da Silva’(...), ese rato entendí que Correa había traicionado a este país”, asegura sobre este caso, que luego denunció a Fiscalía y lo publicó en Vanguardia.

Ahí comenzó su fiscalización al régimen y también la confrontación con Correa, quien lo denunció por injurias -junto al entonces asambleísta Cléver Jiménez y Carlos Figueroa, asesor parlamentario- tras haberlo acusado del delito de lesa humanidad por la revuelta del 30 de septiembre del 2010.

Villavicencio, Jiménez y Figueroa fueron sentenciados a 18 meses de cárcel y la casa del periodista fue allanada por la Fiscalía en la Navidad del 2013. Los siguientes cuatros años, ‘Don Villa’ se ocultó en Estados Unidos, Perú y en Sarayaku (Pastaza), con Figueroa y Jiménez. “Gracias a este pueblo están con vida”, dice el dirigente indígena Marlon Santi.

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Durante su exilio no registró pago de impuesto a la renta: “Estaba con orden de captura, no podía venir a declarar”. El año siguiente canceló casi $ 27 por los ingresos obtenidos de la venta de sus libros; en 2020 reportó cero y en 2021, año en que fue elegido asambleísta, aumentaron sus tributos hasta llegar a $ 6.684, en 2022.

En el gobierno de Lenín Moreno, Villavicencio volvió a Quito y a sus investigaciones. En portales periodísticos, él y su amigo y colega Cristhian Zurita publicaron el caso INA Papers, investigación que vincula a la familia del entonces presidente Moreno con una empresa offshore y que luego Fiscalía lo llamó Sinohydro, por nexos con esta firma china.

“¿Qué candidato (a la Presidencia) ha denunciado casos de corrupción?, ninguno. Él único ha sido Villavicencio, primero como periodista y luego como asambleísta. Es hora de darle el voto”, dice Jorge García, quien conoció al candidato hace dos años, en un conversatorio con funcionarios del IESS para tratar sobre la corrupción en el hospital Teodoro Maldonado Carbo.

De llegar a Carondelet, ‘Don Villa’ ofrece un ‘periodismo libre’, que fiscalice su gestión: “En mi gobierno no habrá cuñados, hermanos, ningún familiar, como fui a la Comisión de Fiscalización, jamás permití que mi familia se acerque, que ningún amigo se acerque. Soy el único candidato que no tiene rabo de paja”.

También, promete transformar la UAFE en un ‘motor’ para identificar delitos de jueces, fiscales, concejales, alcaldes y demás funcionarios públicos; controlar los diez puertos de Guayaquil con las Fuerzas Armadas; instalar escáneres en carreteras del país y movilizar militares a las fronteras; y tecnificar al sector agrícola. “El Ecuador requiere un presidente valiente y yo me he jugado por esta patria”, dice este candidato, quien desdibuja la seriedad que endurece su rostro con sonrisas y pasos de baile, en los mítines. (I)