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El expresidente del Congreso Nacional y excanciller Heinz Moeller Feile analiza la coyuntura política actual. Foto de Francisco Verni Foto: El Universo

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Heinz Moeller Freile tuvo una agitada vida política. Fue diputado, presidente del Congreso Nacional en tres ocasiones y ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores de los gobiernos de León Febres-Cordero y de Gustavo Noboa, en su orden. También fue dirigente histórico del Partido Social Cristiano (PSC), del cual fue expulsado hace más de 20 años justamente por aceptar colaborar con Noboa, a quien Febres-Cordero juró perseguir “como perro con hambre”. Hoy, a sus 85 años y ya retirado de la política, Moeller Freile reflexiona sobre los escenarios de conflictividad que vive el país por la intención de la oposición de enjuiciar políticamente al mandatario Guillermo Lasso y las amenazas de movilizaciones de los indígenas, y los compara con uno en particular del cual él fue protagonista: la caída del expresidente Abdalá Bucaram en 1997.

Esto es lo que sigue en el trámite para la solicitud de juicio político contra Guillermo Lasso

Desde la oposición y grupos sociales se pide la salida del presidente Lasso. En la Asamblea se ha hecho un pedido de juicio político y hasta se habló de declararlo incapaz mental. Los indígenas anuncian protestas en las calles para obligarlo a renunciar. En tanto que el Gobierno, para defenderse, piensa en la muerte cruzada. ¿Qué opina usted de estos escenarios que confluyen en esta inestabilidad política?

Veo esto con preocupación, con dolor, porque intervine en política durante mucho tiempo, más allá de que no la hice mi profesión, y puedo decir que sí es válida, para efectos de un análisis somero, aquella expresión de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Lo que estamos presenciando en este momento en la arena política -y está bien que le diga arena porque ya parece circo donde los leones andan sueltos, lo que no le conviene al país- es que no terminamos de ponernos de acuerdo hasta en lo que no estamos de acuerdo. Yo fui presidente del Congreso en tres ocasiones y esos congresos fueron mejores, eran diferentes. Había expresidentes, intelectuales, filósofos de varias ideologías que hacían de esos congresos instrumentos de la democracia. Lo de ahora es un instrumento para hacerse de posiciones inaceptables desde el punto de vista ético. Hago excepciones en el de ahora porque sí hay algunos asambleístas que cumplen su función, se expresan con un castellano adecuado, pero el resto, sinceramente, da pena. Y da pena que la democracia ecuatoriana esté instrumentada por esa clase de personas, no solo en lo intelectual, la dicción, sino en los principios básicos que deben defenderse. Una parte de ellos está dedicada a ver cómo se comen al presidente y no he conocido ninguna ley que vaya en la dirección de potenciar lo que el Ecuador es y seguirá siendo, pese a los malos gobiernos o a otros que no alcanzan a llenar los vacíos que han dejado administraciones pasadas, como el actual. Pienso que Lasso está haciendo lo que puede dentro del límite de sus facultades. El presidente no debería preocuparse demasiado por la amenazas de la Asamblea, no veo un peligro inminente.

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Ya describió a la Asamblea, ¿qué opinión tiene de los sectores sociales que también buscan que Lasso se vaya?

El Gobierno tuvo ya esa ronda de conversaciones con este frente indígena, en el que no son todos los están ni están todos los que son, y dijeron que fracasó. Pero no creo que lleguen más allá de la bulla y tirarse piedras entre unos y otros. No creo que eso avance.

Pero el año pasado ya paralizaron al país...

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Sí, pero sus votantes ya se dieron cuenta del daño que le causaron a la gente común, al agricultor, al hombre del campo con estas paralizaciones. La mayoría de dirigentes vive de la política y lo que ahora necesitamos es la política de la unión y discutir nuestras divergencias.

Advierten nuevo error en solicitud de juicio político al presidente de la República, Guillermo Lasso

Usted fue presidente del Congreso y ministro de Estado interpelado. Conoce bien las dinámicas de los juicios políticos. ¿Cree que las causales que se han planteado para enjuiciar a Guillermo Lasso, peculado y concusión, tienen sustento?

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No he oído ni visto ninguna prueba. No hay un documento o una grabación analizada por peritos que sea fuerte. Esta interpelación ha sido planteada por un frente que dice que ataca al Gobierno, pero sabemos que algunos de sus miembros conversan con gentes allegadas a Lasso. Y está bien que lo hagan porque conversando es que se entiende la gente. Algunos legisladores piensan que el Gobierno está haciendo mal y en consecuencia hay que tumbarlo. En el Congreso quieren resolver los problemas del país tumbando al señor Lasso y eso no es responsable. No creo que vayan a llegar al número de votos necesarios porque sí hay algunos responsables.

QUITO.- El 7 de febrero de 1997 Heinz Moeller, César Verduga y Fabián Alarcón recorrieron las principales calles de la capital durante el derrocamiento de Abdalá Bucaram.

¿Quiénes ganan y quiénes pierden con la muerte cruzada de la que ha hablado Lasso?

Los que más pierden son los asambleístas. Y por eso ese juicio no se va a dar. Estos congresistas están mirando cuándo vence el mes para cobrar. Si se da la muerte cruzada, ellos se van a la casa o al cementerio político. Yo no le prestaría mucha atención a los asambleístas si fuera Lasso.

Usted me dice de los congresos antiguos fueron herramientas de la democracia. Pero usted fue parte de la “camioneta” que tumbó al expresidente Abdalá Bucaram por “loco” hace más de 25 años y que generó una ruptura constitucional. ¿De qué estamos hablando?

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Y no me bajaré de esa camioneta. Cada cosa a su debido tiempo y a su circunstancia. Yo tengo que decir que voté a favor de esa causa porque estimé que era lo mejor para la subsistencia de la democracia en ese momento y me hago responsable de ello. Y creo que logró su objetivo en definitiva porque logramos, en esa época, subsistir porque la democracia estaba hecha pedazos.

Pero se rompió el orden democrático porque no existía la figura del presidente interino en la Constitución y le correspondía la Presidencia a Rosalía Arteaga.

Sí, ese fue un pecado de lesa democracia que se hizo indispensable y necesario.

¿Se arrepiente de haber contribuido a esa ruptura constitucional?

No sé si me arrepiento, te lo digo sinceramente, porque se estabilizó el país, pero sí, fue una ruptura. Voy a volver a pensar sobre eso y si es necesario me iré a confesar.

Tumbar presidentes no es responsable me acaba de decir usted antes...

La estabilidad democrática es una condición sine qua non para que haya una democracia próspera. A los presidentes elegidos por la voluntad popular hay que respetarlos y en esa época la razón fue bastante política. No tengo reparo en decir que fue un error. No nos llevó a nada. Fabián Alarcón encargado de la Presidencia de la República, ahí me quedo...

¿Fue un error botar a Bucaram?

Sí, por supuesto que sí, él era un líder popular, tuvo respaldo en las urnas. Fueron intereses creados de políticos más que de partidos que lo instrumentaron.

¿Pero se arrepiente usted o no?

No, porque en las instancias que vivía el país era necesario. El hecho de que suba Alarcón a la Presidencia, a la cual yo estaba candidatizado, fue un sacrificio político personal, pero no quería obturar con la insistencia del PSC, de Febres-Cordero.

Heinz Moeller Freile (atrás) fue canciller en el gobierno de Gustavo Noboa. Foto de Archivo

¿Usted habría sido mejor presidente que Alarcón?

Digamos que yo no habría cometido los errores garrafales que él cometió. No hizo una buena presidencia. Y los que votamos por él somos responsables de ello.

Usted militó por muchos años en el PSC. ¿Cómo ve esta alianza con el correísmo que se ha consolidado en la Asamblea?

Es una alianza contranatura porque, para empezar, tienen principios opuestos, son el polo norte y el polo sur. La veo como un error estratégico. En el PSC las alianzas a veces han sido lograda por los amigos, por los panas...

¿Qué lectura hace usted de la derrota del partido en la Alcaldía de Guayaquil y la Prefectura del Guayas?

Con todo respeto, yo no sabía que todavía existía el PSC.

¿Qué no hay partido?

No lo veo, hay determinado líderes aparte de Jaime Nebot: Carlos Falquez en El Oro, Johnny Terán en Los Ríos, a quien estimo mucho, que es de primera, nos llamamos por teléfono.

¿Y Cynthia Viteri?

En mi concepto, políticamente Cynthia nunca intentó siquiera reemplazar a Jaime Nebot, de quien entiendo que es el que da las directrices.

¿Y por qué ganaron los correístas?

Porque los dirigentes que tradicionalmente triunfaron con el liderazgo de Nebot y LFC ya no estaban, y sus reemplazos no dieron la talla. Marcela Aguiñaga fue secretaria de mi estudio jurídico por ocho años, era una chica excelente, muy inteligente, muy puntual, muy hacendosa, ya hacía política muy discreta con el ausente (Rafael Correa), estaban en la Universidad Católica. Creo hará una buena labor en la Prefectura. La llamé a felicitarla.

¿Qué debe corregir Lasso para culminar su mandato?

Eso pasa por la personalidad de cada uno. Yo lo he conocido como un hombre recto, fue un banquero serio, es un político estadista que sabe lo que está haciendo, creo que es responsable, puede ser que alguno de sus ministros no lo sean, pero hemos visto cambios en el gabinete. Creo que él se da cuenta de que no se ha trabajado suficientemente. Un presidente, y yo he trabajado con algunos, debe identificarse más con la gente, Lasso tiene propaganda con comunidades, entregando hospitales, obras... Pero no hay la suficiente identificación, y el pueblo es populista...

En el último año del mandato de León Febres-Cordero, Heinz Moeller fue ministro de Gobierno. Foto de Archivo

Usted fue ministro de Gobierno de Febres-Cordero, ¿qué piensa que debe hacerse para tender puentes con otros sectores políticos?

Le cuento una anécdota. Mi nombramiento se dio en enero de 1987, en su último año, y mi encargo era hacerlo llegar al final. Lo primero que hice al llegar a Quito fue visitar a Rodrigo Borja. Yo quería ser conciliador. Tenían una bronca personal con León y Borja y ya no daba más. Fui en el carro del ministerio a la casa de Borja, él salió en salto de cama porque fui a las 8 de la mañana. Me dijo: ‘Heinz, que me vienes a llevar preso, vi que estás de ministro...’. No hermano, más bien te voy a salvar. ¿Qué vas a ganar tú si sigues jodiendo a Febres-Cordero? Entra hermano, traigan café. Me tomé ese café. Si tú me dices que están ganando votos, entonces yo me hago a un lado, sigue tu campaña hasta que Febres-Cordero me llame y me diga “Se acabó”. Me vas a obligar a meterte a la cárcel por injuriar al presidente. Olvídate de eso y te garantizo que eres el próximo presidente del país. Y así no dijo una sola palabra más de LFC. Yo no le había contado a León que iba a hacer esta visita, pero él ya sabía porque me había mandado a seguir. Le fui a informar de mi conversación y le dije: León, no lo menciones más a Borja y vas a ver que se termina esto. Y ambos se callaron.

¿Entonces al ministro Henry Cucalón le toca ir a buscar a Nebot y a Correa para que no jodan a Lasso?

Cada ministro tiene su estilo, su manera de actuar. Creo que ese joven, a quien conozco, lo está haciendo bien. ¿En este momento con quién de la oposición se debe hablar? ¿Con Iza? Yo no hablaría con él. Este tema de los indígenas no se ha manejado como Gobierno a gobernados sino como iguales y eso ha sido un problema porque se crecen y se crecen, y tienen infiltrados... Y eso se lo he comunicado a Lasso a través de gente cercana, pero no Danilo (Carrera). (Risas)

¿Cree que Carrera en realidad tiene mucha influencia sobre el presidente?

No, que yo conozca no. (I)

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