La fuga de María de los Ángeles Duarte, exministra del correísmo, por no recibir un salvoconducto para viajar a Buenos Aires causó un impase diplomático entre Ecuador y Argentina, que provocó hasta la expulsión de sus embajadores, intercambio de misivas con cuestionamientos entre mandatarios y trastocó una relación que se fortaleció hace casi dieciséis años bajo el paraguas de la ideología del cuestionado socialismo del siglo XXI.

Los actuales mandatarios, Alberto Fernández y Guillermo Lasso, escalaron aún más en los últimos días el choque diplomático. El argentino pidió a su homólogo buscar entre su gente a los culpables del escape y enmendar su error de la expulsión de Gabriel Fuks, mientras el ecuatoriano le cuestionó por avisarle tres días tarde de la fuga y por supuestamente poner sus intereses ideológicos sobre los de su país.

Por ahora no han vuelto a pronunciarse, pero es evidente que la relación no está en su mejor momento. Una relación que empezó a consolidarse en el 2007, con la enorme coincidencia de ideologías entre los presidentes Rafael Correa, quien llegaba al poder, y Néstor Kirchner y luego con su esposa, Cristina Fernández, que gobernó también desde ese año hasta el 2015 y es la actual vicepresidenta.

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Esteban Santos, catedrático de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de las Américas (UDLA), explica que la relación con Argentina siempre fue buena, pero que el último choque puede terminar siendo muy difícil de superar y destaca la postura de Ecuador al no haber cedido para entregar el salvoconducto a Duarte, sentenciada a ocho años de cárcel por cohecho, y que hubiera dado pie a que Correa busque acogerse a una medida similar.

En la época de Correa, dice Santos, se logró consolidar la relación aún más, no solo por la afinidad política, sino también por el “boom que tuvieron los commodities”, que dieron la sensación de prosperidad y liquidez, pero no logró la adhesión de Ecuador al Mercado Común del Sur (Mercosur).

Durante los diez años que gobernó Correa fueron múltiples los llamados en conjunto a “aunar esfuerzos en la región”, declaraciones de respaldo mutuas, convenios de cooperación para aumentar el intercambio comercial, ocurrió la apertura del consulado en Guayaquil, y hasta se concretó la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en 2008, que entró en vigencia en 2011 y que tuvo como sede la capital ecuatoriana por cinco años.

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El 4 de mayo de 2010, Kirchner fue designado como secretario general de Unasur, pero no alcanzó a completar su mandato debido a su fallecimiento, ocurrido el 27 de octubre de ese año. No obstante, el edificio de este órgano llevó su nombre y en su exterior se colocó una estatua suya, que fue removida en 2019 y enviada de regreso a Argentina.

QUITO. En esta foto de archivo del 5 de diciembre de 2014, el entonces presidente de Ecuador, Rafael Correa (i), y la entonces presidenta argentina Cristina Fernández (de espaldas), revelan una estatua del expresidente argentino Néstor Kirchner, en la inauguración de la sede de Unasur en Quito.

La llegada de Mauricio Macri, que gobernó Argentina de 2015 a 2019, dio un giro basado en una ideología de ‘nueva derecha’ y tuvo que mantener relaciones diplomáticas tanto con Correa (2007-2021) hasta 2017 como con Lenín Moreno (2017-2021) hasta 2019.

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En el caso de Correa su relación con su homólogo argentino comenzó marcada por la cordialidad y alegando respeto a la democracia de parte del mandatario ecuatoriano ante la pérdida del candidato de izquierda, Daniel Scioli.

Durante el resto de los dos años que coincidió con Macri hubo acercamientos para conocer la reforma educativa ecuatoriana y también para esclarecer el crimen de dos turistas argentinas en Montañita en el 2016.

Cuando Moreno llegó al poder la relación con Macri continuó en buenos términos. Los presidentes se reunieron en algunas ocasiones, fueron ponentes en eventos organizados por entes como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y ambos retiraron también a sus países de la Unasur en 2019.

Argentina lo hizo en abril y Ecuador en septiembre, lo que Santos considera representó el fracaso de la idea de Correa y sus aliados años atrás, incluyendo a la idea de tener al sucre como moneda regional.

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A la par de sus salidas, ambos países pasaron a conformar el Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur), creado el 22 de marzo de 2019, junto con Brasil, Colombia, Chile, Guyana, Paraguay y Perú.

Presidentes de los países miembros del Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur).

Santiago Pérez, analista y catedrático de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Técnica Particular de Loja, opina que la relación entre Macri y Moreno “en términos generales fue cordial y constructiva, sin llegar a ser tan estrecha como la de Correa y los Kirchner”.

“No existió un intercambio político o ideológico significativo entre los mandatarios, las relaciones se mantuvieron en términos diplomáticos”, refiere.

Santos difiere y explica que ambos mandatarios sí lograron tener afinidades una vez que se produjo “el divorcio de Moreno con Correa”, aunque comenta que no pasaron a mayores debido a que “el país no termina de tener industrias plenamente complementarias”.

Una de estas coincidencias fue en octubre de 2019 cuando ambos tuvieron una postura similar ante la crisis política y protestas sociales que Bolivia enfrentó y que provocó la dimisión del entonces presidente Evo Morales. Macri y Moreno mostraron su apoyo a Jeanine Áñez, que asumió la presidencia.

Tras el fin del mandato de Macri, Moreno empezó relaciones con el actual mandatario Alberto Fernández, que estará en el cargo hasta este año. Argentina tendrá elecciones generales el domingo 22 de octubre, en las que se elegirá al nuevo presidente que tendrá que relacionarse con Lasso hasta 2025.

Con Fernández en el poder la relación diplomática con Ecuador cambió un poco y sufrió un episodio de tensión en marzo de 2021 cuando el mandatario argentino aseguró que él no era Moreno cuando un periodista le preguntó sobre presuntas discrepancias con su vicepresidenta y exmandataria, Cristina Fernández, y rumores de que rompería relaciones con ella.

“Yo no soy Lenín Moreno. Yo no soy Lenín Moreno. El que lo imaginó no me conoce. Yo puedo tener diferencias con Cristina. Las tengo; no es que las tuve; las tengo. Tenemos miradas distintas en muchas cosas o en algunas. No sé si en muchas, en algunas cosas. Pero yo acá llegué con Cristina y de acá me voy con Cristina”, dijo Fernández.

Fernández hizo el comentario apuntando a la relación de Moreno con quien fue su vicepresidente, Jorge Glas.

Moreno rechazó enérgicamente las declaraciones y en su cuenta de Twitter habló de la existencia de una “gavilla de mafiosos internacionales que actúan sincronizados”.

En tanto, pese a su roce actual, cuando Lasso ganó las elecciones en 2021, Fernández lo felicitó y se puso a disposición “para trabajar juntos en pos” de la región, pese a que su gobierno apoyó abiertamente al candidato del correísmo Andrés Arauz.

Arauz incluso visitó a la vicepresidenta Cristina Fernández en diciembre de 2020, quien publicó fotografías de la reunión. En el caso del presidente Fernández mostró su apoyo a la candidatura del entonces delfín de Correa en Twitter en varias ocasiones.

Sin embargo, cuando Arauz aseguró en el debate presidencial del Consejo Nacional Electoral (CNE) que Argentina iba a dotar de 4,4 millones de vacunas contra el COVID-19 si él ganaba, Fernández le envió una carta en la que aclaró que no existía ese pacto.

El anuncio de Arauz fue cuestionado por la misma sociedad argentina que pedía al Gobierno primero vacunar a los locales antes de regalar vacunas a Ecuador.

Hasta antes del impase, la relación de Lasso con Fernández se había mantenido estable. El presidente ecuatoriano lo visitó en abril de 2022 con el objetivo de impulsar las relaciones políticas y comerciales entre ambos países.

Pérez dice que ha sido una relación “muy diplomática, sin acercamientos importantes, desde la perspectiva política o ideológica” y aunque no comparten muchos criterios, “las reuniones en foros internacionales o bilaterales se han dado en un marco de amistad y respeto”.

Asimismo, Pérez no cree que el resquebrajamiento de las relaciones vaya a escalar a una ruptura de relaciones diplomáticas con medidas extremas como el cierre de embajadas, consulados, suspensión de acuerdos o tratados bilaterales.

“Sí será necesario esclarecer el impase, encontrar responsables y respuestas a las inconsistencias del impase y sobre todo llegar a encontrar mecanismos de solución para la controversia en base al derecho internacional”, indica.

Por su parte, Santos considera que el impase “es una gota que derramó el vaso” y que atentó contra el principio de que las relaciones entre naciones “tienen que ser de buena fe”.

“El momento en que se rompe este principio de buena fe, volver a reconstruirlo es durísimo, muy difícil, así como nos costó con Reino Unido por el tema de Julian Assange”, dice. (I)