Ser un líder nacional, conocer el manejo de la política pública, no tener revanchismos políticos, rodearse de expertos para atender los problemas del país y renunciar a elegirse de nuevo son varias de las cualidades que, según analistas, debe reunir el presidente de la República que los ecuatorianos elijan el próximo 20 de agosto en las urnas para que complete el periodo para el que fue electo Guillermo Lasso.

El mandatario que asuma el cargo en noviembre (como máximo) gobernará alrededor de 18 meses, al igual que los 137 legisladores que serán electos en los mismos comicios. Todas estas nuevas autoridades completarán lo que resta del periodo 2021-2025, luego de que Lasso decretara la muerte cruzada, invocando el artículo 148 de la Constitución, y disolviera la Asamblea el pasado 17 de mayo.

En cuanto al perfil que este presidente debe tener, Thalía Flores, analista política, menciona que un verdadero liderazgo será esencial, al igual que llegar al cargo sabiendo que tiene un periodo corto, pero con la opción de poder ser elegido para cuatro años más en 2025 y otros cuatro más incluso, ya que este mandato no es imputable para la reelección.

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“Debe ser una persona que tenga clara conciencia de que el Ecuador necesita un líder, alguien que enrumbe al país, que le haga a la gente tener fe y recuperar la autoestima colectiva y conecte con los jóvenes, para que tengan ganas de continuar aquí”, dice y añade que debe ser también una persona con una hoja de vida transparente, independientemente de si viene del sector público o del privado, y autocrítico para todos los cuestionamientos que sus funciones conllevan.

QUITO (24-05-2023).- El presidente del Ecuador, Guillermo Lasso, junto con su Gabinete en el Informe a la Nación de este 24 de mayo. Foto: Carlos Granja Medranda

Cristian Carpio, analista y docente de Ciencias Políticas de la Universidad de las Américas, coincide en que el liderazgo debe ser una de las principales cualidades del nuevo mandatario, pero también que tenga un conocimiento real del manejo de la política pública y deje de lado los revanchismos políticos.

“Que tenga un liderazgo que le permita ser ejecutor de las políticas públicas, un liderazgo con el que pueda llegar a consensos mínimos en los temas como seguridad y justicia. Necesita tener conocimiento de cómo funciona la política pública para poder hacer obras y atender las necesidades de la ciudadanía”, dice.

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Otro punto clave, para Carpio, es que el presidente esté rodeado de gente con experiencia no solo en el manejo político, sino también para todas las áreas que debe atender, lo que muchos Gobiernos no logran hacer.

Para Wilson Benavides, analista político, el nuevo presidente también debe ser un líder, pero subraya que es necesario que lo sea a nivel nacional, ya que esto es una debilidad de las figuras políticas actuales, que son líderes locales con proyectos locales.

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Además, considera que otro requisito clave es que llegue renunciando a la idea de que será candidato en el 2025, ya que esa idea lo volvería un presidente candidato y lo que haga en sus meses de gobierno sería la oportunidad para hacer campaña.

“Debe ser un presidente que esté ajeno a las tentaciones y ambiciones del poder. Pero, con los nombres que están saliendo, parece que vamos a tener todo lo contrario”, menciona.

Un escenario similar al del expresidente Clemente Yerovi en 1966

Este presidente tiene la posibilidad de trascender en la historia del país “como un líder que tuvo poco tiempo y que no planificó nada a largo plazo”, dice Flores, y pone de ejemplo el periodo del expresidente Clemente Yerovi, que gobernó el país por siete meses, del 29 de marzo de 1966 al 16 de noviembre de 1966.

Yerovi no fue electo en las urnas: lo nombraron presidente interino las Fuerzas Armadas y una junta de notables tras la renuncia de la junta militar que asumió el poder en 1963, luego del golpe de Estado al presidente Carlos Julio Arosemena Monroy.

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Diferentes historiadores aseguran que, aunque se podía considerar de facto a su Gobierno, siempre gobernó en apego a la ley y con austeridad. Dejó encaminada una política social y económica, liberó a los presos políticos, restableció el derecho de huelga y asociación, no censuró a medios de comunicación, creó varios centros educativos y preparó la elección de la Asamblea Constituyente, pero no buscó quedarse como presidente, como había venido siendo la costumbre de otros interinos.

Su sucesor fue Otto Arosemena Gómez, y Yerovi volvió a Guayaquil, pese a contar con gran aceptación entre la población de esa época.

El presidente Clemente Yerovi gobernó el país por siete meses, del 29 de marzo de 1966 al 16 de noviembre de 1966. Foto: ARCHIVO

Nuevo mandatario tendrá legitimidad

A diferencia de otros presidentes que llegaron al cargo a completar periodos por el orden de sucesión, es decir, que eran vicepresidentes o titulares de los Legislativos, el mandatario que resulte electo este año tendrá legitimidad, ya que los ecuatorianos lo habrán elegido.

Felipe Burbano de Lara, sociólogo y doctor en Ciencias Políticas, menciona que es poco probable que el nuevo presidente logre cambios trascendentales o llegue con una agenda real de desarrollo.

“Será un Gobierno que va a tener poquísimo tiempo en funciones como para poder armar un plan de desarrollo, y lo que va a tener que hacer es llevar una transición hacia las nuevas elecciones”, subraya.

Flores destaca la legitimidad que tendrá este presidente y coincide en que, si bien puede ser un puente para el proceso electoral de 2025 y dejar un país en calma, sus meses en el gobierno deben servir también para concentrarse en atender las problemáticas que afectan al país, como el narcotráfico, la violencia y hasta un fenómeno de El Niño, y seguir participando como representante de Ecuador internacionalmente, por ejemplo, ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Por su parte, Carpio dice que la legitimidad no le garantiza que tenga gobernabilidad y que, si el país vuelve a experimentar el tener una Asamblea Nacional fragmentada, quien sea el presidente podría tener de nuevo problemas para gobernar.

Mientras, Benavides destaca que la legitimidad de origen también la tendrán los 137 legisladores y que, a diferencia de episodios anteriores de la política ecuatoriana, todo esto se está haciendo en apego a lo que dice la Constitución; aunque cuestiona el que no se prohíba volver a participar a todos los que fueron cesados por la muerte cruzada.

“Si la norma se aplica en rechazo a toda la clase política, no puede ser que esa misma clase política sea la que vaya a las urnas”, apunta.

El 16 de mayo, el presidente Guillermo Lasso compareció en la Asamblea Nacional para presentar sus pruebas de descargo en el juicio político en su contra. Un día después la disolvió. Foto: Bolivar Parra

Lasso no debería volver a candidatizarse, coinciden analistas

En tanto, para el cargo ya suenen al menos ocho nombres de precandidatos, entre los que están Jan Topic, empresario guayaquileño y actual presidente de Telconet; el exvicepresidente Otto Sonnenholzner; los exlegisladores Fernando Villavicencio, Salvador Quishpe y Daniel Noboa Azín, hijo el empresario Álvaro Noboa; Yaku Pérez, que quedó tercero en las presidenciales de 2021; Leonidas Iza, presidente de la Conaie, y Elsa Guerra, excandidata a la Prefectura de Pichincha.

Otros partidos, como Revolución Ciudadana, que se vislumbra como fuerte para estos comicios, deben definir todavía sus cuadros, y aún Lasso debe confirmar si volverá a candidatizarse.

Sobre esta opción para Lasso, Carpio dice que es complejo que resulte ganador, debido al deterioro que su imagen ha sufrido y porque daría pie a que sea centro de críticas y ataques de sus competidores.

Considera que el movimiento CREO tiene que analizar a qué figura postular o si ir en alianzas; y, si tiene la intención de lograr un número importante de asambleístas, Lasso no necesariamente puede terminar contribuyendo a este propósito por la animadversión de muchos sectores.

Además, dice que la mayor parte de los precandidatos que suenan hasta ahora no cuenta con experiencia en la política pública, lo que puede llegar a ser una adversidad, ya que se volvería a tener gobernantes que necesiten pasar por la etapa de aprendizaje o que vean este corto periodo como una plataforma para elegirse cuatro años más, y no necesariamente ellos mismos, pero sí su proyecto político.

El que Lasso busque la reelección tampoco es una opción para Flores, ya que dice que perdería la oportunidad de salir por la “puerta grande” que le dio la muerte cruzada. Asimismo, considera que por el deterioro de la salud del mandatario tampoco sería lo más recomendable para él.

“La muerte cruzada nos calmó y despertó la ilusión, y esto el presidente Lasso debe aprovecharlo, e irse entregando el poder a quien sea electo en las urnas y cerraría bien su periodo”, opina.

Benavides coincide en que Lasso no debe postularse y que CREO no debe confundir el respaldo a la muerte cruzada con apoyo al actual mandatario; y que, incluso si se candidatiza, daría mayor ventaja al correísmo, que tradicionalmente se ha construido en campañas teniendo un enemigo o un opositor. (I)