¿Cuánto valoran los guayaquileños que la ciudad esté atravesada por hilos de estero, además de la presencia del imponente río Guayas? ¿Por qué no son suficientes o no surten el efecto esperado los proyectos de remediación que impulsan el gobierno local y nacional?

Tiempo atrás, el estero fue la piscina de miles de guayaquileños. Gente de mediana edad recuerda haberse bañado en sus limpias aguas. Rafael Correa, cuando presidente, dijo que recuperaría el estero Salado y que se bañaría en abril de 2017.

Con el paso del tiempo y los asentamientos que se dieron de manera desordenada, viviendas e industrias fueron cercando los ramales de estero y por falta de una debida canalización y un adecuado sistema para evacuar los desechos, se han ido intoxicando sus aguas y menguando manglares.

Acciones concretas se han emprendido, como mingas y campañas de concienciación, superoxigenación del estero, reubicación de viviendas, construcción de malecones e islas flotantes para oxigenar y descontaminar los afluentes. También pareciera crecer el número de ciudadanos que se muestran preocupados por la contaminación de los ramales de estero que aún atraviesan algunos sectores de la urbe; sin embargo, la mayoría de la ciudadanía parece no implicarse en el tema. (O)