Cualquiera que tenga alguna forma de cercanía a la historia como objeto de estudio, no dejará de preguntarse qué habría sucedido si un evento específico hubiera tenido un curso causal diferente. La idea de manipular el pasado para modificar el futuro sin duda ha cautivado a más de uno. ¿Qué habría pasado si…?, es una pregunta que todo historiador o aficionado al estudio de los eventos del pasado se ha hecho en algún momento.

¿Qué habría pasado si Felipe II hubiera tenido éxito con su Armada Invencible y lograba invadir y someter a Inglaterra en 1588? Sin duda el español sería hoy por hoy el idioma de mayor uso en el mundo, los Estados Unidos de América no existirían, probablemente nosotros tampoco como país y se habría exportado el modelo inquisidor que tan en boga se encontraba en esa época en España. ¿Cuántas vidas se habrían salvado si el atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944 hubiera tenido éxito? Vale recordar que el último año de la Segunda Guerra Mundial fue sin duda el más sangriento y que en la medida en que el Eje se veía perdido, se volvió más violento y suicida. Aún más, ¿qu e habría sucedido si los derrotados eran los aliados y Hitler salía victorioso hace apenas setenta años?

Preguntas como las antes planteadas podríamos hacérnoslas por miles, tanto en el contexto mundial, como en el nacional. El letargo sociopolítico que supuso el velasquismo en el Ecuador, la forma tan pendeja en que Rodrigo Borja perdió la Presidencia de la República en la segunda vuelta de 1984 frente a León Febres-Cordero o el triunfo y caída de Bucaram, son sin duda fenómenos políticos que determinaron lo que somos actualmente y que explican los acontecimientos posteriores. ¿Sin el uso y abuso del poder por parte de los partidos tradicionales, habría existido algo llamado “Revolución Ciudadana” posteriormente? ¿Sin un Tribunal Supremo Electoral tan servil, que se prestó para destituir a una mayoría de legisladores y a la conformación de un congreso denominado “de los manteles”, se habría podido consolidar el fenómeno autoritario posterior que nos gobernó una década? La represión socialcristiana de los 80 es hasta ahora utilizada por los seguidores de Rafael Correa como el fantasma político a evitar, pese a que las prácticas represivas de la “Década Ganada” no tienen nada que envidiar a las de 30 años antes. El secuestro a Fernando Balda, la represión del pueblo Saraguro o de los pobladores de Intag, sin contar con lo sucedido en Macas con Bosco Wisum, profesor shuar asesinado en una manifestación indígena, son buenas muestras de qué tan bajo pudo caer el socialismo del siglo XXI, cuando de reprimir protestas se trataba.

El gobierno de Moreno dista mucho de ser perfecto, pero no sería justo analizarlo fuera de sus circunstancias históricas. ¿Recibió un país en marcha y la mesa servida como decía su predecesor? Evidentemente no.

La evocación de los sucesos del pasado ha sido una técnica utilizada de manera recurrente por quienes hoy añoran volver a ejercer poder. “No podemos volver al pasado” nos decían, sin advertir que diez años después de ejercer abusivamente el gobierno, el pasado eran ellos. Hoy se rasgan las vestiduras, lanzan ayes al cielo, piden perdón al advertir que el presidente que pusieron no fue el pelele que esperaban, sino uno que decidió desmarcarse de la dinámica autoritaria de la que formó parte. No hay más furioso antimorenista que aquellos correístas, que en campaña, hace un año y a voz en cuello lo definían como humanista y estadista. Hoy discuten su capacidad intelectual para gobernar, todas y cada una de sus ejecutorias, su posición política internacional, en fin, cada cosa que hace o deja de hacer. Entreguista y servil le han dicho por abandonar la ALBA; lacayo del FMI, por volver al mercado de capitales; aliado de la derecha, por eliminar parte del subsidio a los combustibles y autorizar la subida de precio de la gasolina de más alto octanaje.

El gobierno de Moreno dista mucho de ser perfecto, pero no sería justo analizarlo fuera de sus circunstancias históricas. ¿Recibió un país en marcha y la mesa servida como decía su predecesor? Evidentemente no. El déficit fiscal y de balanza de pagos aparecen como problemas que comprometen, no solo la estabilidad económica nacional sino incluso la dolarización, hoy tan cara y preciada en estos pagos. ¿Qué habría pasado si Mahuad no dolarizaba nuestra economía y Correa tenía la posibilidad de utilizar la devaluación como instrumento de política monetaria y económica? Posiblemente los venezolanos no serían los únicos que optarían hoy por la forma más precaria de migración y muchos estaríamos haciéndoles compañía en las carreteras, huyendo del hambre y la miseria. En fin, esta historia y sus vaivenes. (O)