Óscar A. Del Brutto

Jeremy Bentham sostenía que todas las personas calculan antes de actuar. “Men calculate, some with less exactness, indeed, some with more: but all men calculate”. Las personas piensan en los beneficios y en los costos de su actuación. Si los beneficios superan a los costos, llevan a cabo la acción; si los costos superan a los beneficios, se abstienen de actuar.

Gary Becker, el famoso economista, aplicó la idea de Bentham al cumplimiento de la ley. En Crime and Punishment: An Economic Approach, Becker sostiene que, consciente o inconscientemente, las personas hacen una ponderación para decidir si infringen una ley. De un lado ponen el beneficio, que consiste en el provecho que la infracción reporta, y de otro lado ponen el costo, que consiste en la sanción establecida, multiplicada por la probabilidad de ser descubierto. Si el beneficio de incumplir la ley supera el costo, las personas infringen la ley; si el costo supera al beneficio, las personas cumplen la ley.

El punto de Becker se entiende mejor con un ejemplo. Pensemos en el conductor que espera frente a la luz roja del semáforo. El beneficio de pasarse la luz roja es el tiempo que el conductor se ahorra, y el costo es la multa, digamos USD 100, multiplicado por la probabilidad de ser descubierto, digamos 10%. Si el beneficio que obtiene el conductor por pasarse la roja es valorado en más de USD 10 (USD 100 multiplicado por 10%), entonces el conductor se va a pasar la roja y, en caso contrario, va a esperar pacientemente a que el semáforo se ponga en verde.

En la lógica de Becker, tenemos dos opciones para reducir las infracciones. Una es aumentar las sanciones y la otra es aumentar la probabilidad de descubrir a los infractores. Si el beneficio que obtiene el conductor por incumplir la ley es de USD 20, podemos aumentar la multa a, digamos, USD 300, para que infringir la ley no sea atractivo (pues 20 es menor a los 30 que se obtienen de multiplicar 300, la multa, por el 10%, la probabilidad de ser descubierto); o, alternativamente, podemos aumentar la probabilidad de detección del infractor a, digamos, 30%, para que infringir la ley no sea atractivo (pues 20 es menor a los 30 que se obtienen de multiplicar 100, la multa, por el 30%, la probabilidad de ser descubierto).

Ceteris paribus, todo lo demás manteniéndose igual, parece preferible subir las multas a aumentar la probabilidad de descubrir a los infractores. Mientras aumentar la multa no supone ningún costo para el Gobierno, aumentar la probabilidad de detención sí supone un gasto porque el Gobierno debe contratar a más policías y comprar más equipos de monitoreo.

El análisis sobre las infracciones legales y sus sanciones debe ser mucho más profundo y depende de muchas otras variables. Pero el punto no deja de tener su atractivo. Aumentar las penas puede ser una forma más eficiente para combatir el crimen que gastar más recursos en tratar de descubrir a los criminales. (O)

* Profesor de Derecho.