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Me imagino que, ustedes y yo, somos los mismos que nos encontramos los miércoles en esta columna: ustedes leyéndola porque la seleccionaron y la conocen desde hace mucho; yo –plasmado en esos párrafos escritos– pensando en ustedes. Algo similar hago todas las mañanas cuando leo a mis columnistas predilectos, que son aquellos que escriben bien, que fundamentan sus asertos, que tratan temas de interés aunque su cosmovisión no coincida con la mía.

Les participo entonces algo especial respecto de mi artículo de la semana pasada, con igual título. Esperaba una avalancha de comentarios y muchas entrevistas porque consideré que había mucho hilo en la madeja. Pero coseché un mutis prolongado, inquietante, que me condujo a volver sobre el tema, de manera más frontal. Transcribo el párrafo final de mi artículo para comentarlo luego; va entre comillas. Le decía al presidente:

“Es hora, presidente Moreno, de que usted busque un grupo de ecuatorianos –que sí lo hay– para que rediseñe el país, para que termine con el pernicioso andamiaje legal que aúpa la corrupción; para que cese en sus funciones a la Asamblea Nacional y asuma ese rol. Es trágica la situación económica del país, sin embargo, el virus de mayor peligro es el que yace en el interior de sus instituciones públicas… Haga usted, presidente, lo políticamente pertinente para procrear un Ecuador del cual nos sintamos orgullosos”.

En forma didáctica, recordando mis tiempos de maestro, enumero aquello que nos compete hacer, en busca de un Ecuador mejor, partiendo de una premisa: la COVID-19 es una pandemia que hay que vencerla, pero más grave para el Ecuador es la corrupción incrustada en sus instituciones.

1. Dos instancias críticas, de vida o muerte, se entrecruzan en nuestro país: a) nos cuidamos debidamente de la pandemia que nos visita y nada pasa o ‘entregamos las armas’ por irresponsables; b) reformulamos el andamiaje legal que engendran las instituciones públicas del país, mediante una nueva Constitución, o seguimos atados a los tentáculos de la corrupción. 2. El gobierno del presidente Lenín entró a su recta final. ¿Qué se avizora? Que el próximo periodo constitucional estará impelido a seguir las huellas de los últimos gobernantes impidiendo o demorando cambios radicales, necesarios para el bienestar del país. Será un gobierno maniatado por leyes intencionalmente creadas para entorpecer la marcha del Estado, facilitar la corrupción y asegurar la impunidad para los delincuentes. 3. Propuse al presidente –en el texto citado– reunir a un grupo selecto de ecuatorianos para encontrar con ellos una solución para el país. El expresidente Osvaldo Hurtado tuvo una iniciativa similar. Es imperioso redactar nuevas leyes, incluyendo la Constitución, que conduzcan al nacimiento de un nuevo Ecuador. 4. Al coronavirus lo venceremos. Los imprudentes, irreflexivos y gente débil caerán en el camino, será la cuota de dolor que pague el Ecuador. 5. Si no se erradica del país la corrupción, es posible que un día Ecuador desaparezca como nación, subastado por apetitos insaciables de mercaderes de honras y banderas. 6. ¿Estamos en los albores de un nuevo orden social? Ustedes tienen la palabra, amables lectores. (O)