La sentencia en el caso Sobornos está ejecutoriada y Rafael Correa, condenado. Parte del fallo es la reparación integral. Le conmina asistir a un curso de ética y transparencia en la administración pública, y en esto quiero apoyar.

Rafael: la ética y la política es compatible y condición necesaria, si se quiere construir una democracia con transparencia, que persiga la equidad y prosperidad. Tú provocaste un enorme daño a la ética pública, degenerando la política hasta convertirla en podredumbre. El gobierno del que fuiste el único jefe fue invisible. Ofreció desinformación y propaganda de la mentira. Actuando desde la penumbra y la opacidad; entre la reserva y la discrecionalidad, el secreto fue la regla. Zona oscura donde habitó el frenesí y la embriaguez por el dispendio, el abuso, el robo y la impunidad.

Cuando dijiste ser la cabeza de todos los poderes, nunca entendiste la democracia como el sistema del poder dividido, con contrapesos, límites y controles; justicia independiente, vigencia de los derechos humanos y libertades. Régimen en el que se respeta la dignidad humana, y rige el pluralismo. Para ti, los modelos de democracia son Cuba, los 42 años de Gadafy o los regímenes de Lukashenko, Maduro y Daniel Ortega.

Comprende que sin ética la política queda atrapada en la turbulencia de los poderes salvajes, en el ambiente del resentimiento y el catecismo del odio. Por eso instigaste las pasiones y rencores, envenenando el alma de muchos ecuatorianos.

Con ética la democracia es plural, multiforme y variada o no es democracia. Solo así es posible construir una convivencia con tolerancia y los conflictos procesarlos con diálogo y consensos. Contigo, la política se comprimió en la prédica del encono rencoroso. No sabemos lo que sucedió durante tu edad adolescente. Quizá tiempos de tormento y vida de amarguras o una extraña identidad retorcida.

Comprendo que sin ética de responsabilidad no es posible aceptar que el tejido social e institucional se articula en las reglas y en los principios. Por eso no entendiste el significado de las normas ni la igualdad ante la ley. Diseñaste tu propia cancha, inclinada, con reglas favorables y árbitros ajustados a tu suprema y tozuda voluntad.

Sin ética el poder terminó siendo el único fin. El poder sin estorbos. El poder perpetuo donde no cabía comunicación y menos información independiente. Ahí comprendemos el odio a la prensa y la persecución al periodismo investigativo; el extravío y la deriva autoritaria.

Deberías buscar en Bélgica un curso de ética. Desde esta columna ofrezco, sin precio ni sobreprecio, breves orientaciones. Por ejemplo, lecturas indispensables para descubrir el significado de la democracia, sus desafíos y la grandeza de la tolerancia. Empiezo por sugerir la fácil lectura de Ética para Amador, de Fernando Savater, del que he copiado título de este artículo.

Sin ética, un gobernante deviene en un ser amargado y rabioso, colérico e irascible. La ética implica moderación, prudencia y serenidad. Pero, sobre todo, respeto a la dignidad humana. (O)