Cierta publicidad gigante y colorida en paredes apoya a algunos candidatos de distintas tendencias y periodos electorales, muestra pobre vocación ideológica de patrocinador, escasa ética publicitaria o itinerante lambonería.
En el perfil de ciertos políticos son evidentes algunas psicopatologías obsesivo-compulsivo-narcisistas, manifiestas por su convicción de ser únicos y eternos candidatos camaleónicos, vendiéndose sin rubor como ejemplos de honestidad, dignidad, tolerancia, etc., pero reconocidos por su pasado, y presente, que para el SRI, juzgados, Fiscalía, Contraloría, etc., serían sujetos de investigación.
Este desorden psicosocial viralizado, al común elector lo ha inducido a una conducta conformista que no le permite el análisis y la reflexión necesarios para escoger a los mejores futuros conductores del país, pues le hace falta percibir a los falsos ‘profetas’ para no repetir en las instancias del poder, corrupción, delincuencia organizada y depredación de los bienes y la confianza de los ecuatorianos.
Mucho ayudaría una reforma a la ley electoral, un CNE despartidizado, sobre todo una educación de democracia desde el escuela y que fortalezca en los niños los valores a ejercitarlos en su adultez y como ciudadanos. (O)
Joffre Edmundo Pástor Carrillo, licenciado en Educación, Guayaquil