El lector no familiarizado con el tema legal debe saber que así como la ley protege el ejercicio de los derechos adquiridos por contrato social (Constitución), ley o hasta contratos privados, esta prerrogativa debe ser usada siempre con buena fe y respeto a los derechos de los demás, como límite.

Nuestro entramado legal no es tan claro al respecto como lo es, por ejemplo, la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, cuyo artículo 54 Prohibición del abuso de derecho dice: “Ninguna de las disposiciones de la presente Carta podrá ser interpretada en el sentido de que implique un derecho cualquiera a dedicarse a una actividad o a realizar un acto tendente a la destrucción de los derechos o libertades reconocidos en la presente Carta o a limitaciones más amplias de estos derechos y libertades que las previstas en la presente Carta”.

Y uno de los derechos más importantes del que se abusa a diario es el de libertad de expresión, pues algunos ‘portales informativos’ en internet lo usan de la peor manera posible, como por ejemplo, las acusaciones contra el presidente de la República y sus familiares cercanos, de asesinatos o relación con grupos delincuenciales, sin más pruebas que conjeturas mal intencionadas, expresadas evidentemente para engañar a la sociedad y pervertir su derecho de acceso a información veraz, pasando por encima también de todo derecho individual de los afectados. En los medios formales, es decir que se adecuan a las exigencias de la ley, el filtro es la autorregulación, al igual que en el resto del mundo. Pero ¿qué pasa entonces con quienes hacen tabla rasa de los derechos y la verdad? Hay acciones legales para sancionar daños, pero no lo previenen ni lo remedian; sin embargo, se podría evitar si la autorregulación se aplica por parte de medios serios antes de reproducir cualquier cosa que sale en las redes y si los ciudadanos regresan al pensamiento crítico que estas les están quitando aceleradamente. (O)

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Carlos Gustavo Cortaza Vinueza, abogado, Guayaquil