Todos los días vemos manifestaciones sobre lo penoso que es la migración y los peligros a los que se enfrentan los migrantes y la explotación económica e incluso sexual. Todos los comentarios apuntan a que se origina en la falta de empleo o la falta de oportunidades laborales.

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La falta de empleo y de oportunidades existen, pero ¿por qué? De lo que alcanzo a entender en las opiniones al respecto, todos los que opinan se enfocan en las políticas económicas de los Gobiernos de turno, en la incapacidad de incentivar que las empresas existentes generen más empleo.

Yo he tenido que vivir una experiencia que me ha dejado muy en claro que, desde mi perspectiva y opinión, la principal causa del desempleo es una legislación laboral retrógrada, obsoleta y contraria a la apertura para el emprendimiento, que impone varias trabas para el empleador.

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La legislación que obliga a que el empleador tenga que seguir un verdadero viacrucis cuando se trata de despedir a un empleado, las compensaciones que el empleador se ve obligado a pagar cuando despide a un empleado, todo esto disfrazado de protección al obrero. No hay nada más mentiroso y perverso que esto. La seguridad de un empleado viene dada por su superación en el trabajo, por su entrega al trabajo, por su calidad de buen empleado. Pero, en Ecuador, los sindicatos nunca han apuntado por este hecho tan básico: impulsar a sus sindicalizados a que mejoren sus conocimientos, a que se superen y tengan mejores calificaciones y habilidades en sus trabajos.

Una gran mayoría de los empleados –no son todos afortunadamente– tiene enquistada en sus cerebros la visión de que son explotados, que el empleador es un sátrapa y que, aun si su rendimiento es bajo, la ley los protege.

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Con estas leyes, ni los empresarios locales, peor aún los extranjeros, están dispuestos a incrementar el número de empleados, no se diga a hacer nuevas inversiones.

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Y los trabajadores se desgarran las vestiduras, se devanan los sesos tratando de “adivinar” por qué no hay más empleo. Echen un vistazo a este resumen. Esas políticas que se suponen “logros para los trabajadores” son las que poco a poco han venido desalentando inversiones, las que empujan, en muchos casos, a los riesgos de inversiones en pólizas o en servicios financieros.

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Aquellos que lograron esos beneficios, aparentemente, no están en capacidad de dilucidar que el motivar a los trabajadores a que se sientan intocables por un código laboral en contra del progreso es en gran parte el causante de la migración y la falta de empleo. (O)

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José Manuel Jalil Haas, ingeniero químico, Quito