La mayor central hidroeléctrica del país, particularmente la estructura de captación, se debate entre dos frentes perfectamente identificados: el uno, aguas abajo, por el avance de la erosión regresiva; y el otro, aguas arriba, por la excesiva producción de sedimentos que se genera en la parte alta de la cuenca. En este sentido, se hace necesario identificar las particularidades de cada uno de ellos a efectos de establecer el riesgo involucrado.

Yo no fui, fue Teté…

El primero de ellos se origina con el colapso de la cascada de San Rafael, que ocasiona un proceso de erosión regresiva de magnitudes jamás vistas y que ha merecido una atención de los investigadores y académicos interesados en conocer el desarrollo de dichos procesos, a partir de lo cual se generarán teorías y algoritmos que formarán parte de futuros modelos numéricos que tratarán de simular y generar respuestas sobre procesos erosivos de grandes magnitudes. La construcción del denominado dique seco o dique impermeable para atenuar el proceso de erosión regresiva ha sido muy promocionada en los últimos días por el Ministerio de Energía, cuyo proceso se encuentra estancado en la Sercop y aunque no se conoce de manera detallada en qué consiste la solución planteada y generada desde el año 2021 por el Cuerpo de Ingenieros de los Estados Unidos (USACE, por sus siglas en inglés); sin embargo, dado el prestigio de quien la plantea, es de esperar que las obras consideradas cumplan con su objetivo. Dicho esto, es necesario hacer notar que dichas obras se harán en los alrededores de San Carlos, sitio en el cual los procesos erosivos se encuentran detenidos desde julio del 2021.

No sea irresponsable

El segundo de ellos, al menos en la actualidad mucho más grave que el anterior, tiene relación no solamente con la gran producción de sedimentos que se genera en la cuenca de drenaje aguas arriba de la captación, sino también con la no consideración adecuada de este elemento en el diseño de la estructura de captación y del desarenador que no puede eliminar de forma eficiente las partículas de un cierto tamaño, según su diseño, lo que obliga a paralizar la generación de manera cada vez más frecuente y amenaza con colapsar por completo la estructura de captación. Dicho esto, de no hacer nada, la estructura de captación quedará inutilizada a corto plazo y se perdería una inversión de millones de dólares. Por otro lado, las soluciones posibles, cualesquiera que estas sean, requieren de estudios detallados y de inversiones muy altas que van desde realizar limpiezas periódicas a lo largo del año durante el cual se paraliza la generación hasta revisar la posibilidad de tener una estructura de toma, aguas arriba de la actual, con costos proporcionalmente altos en comparación con todo lo gastado hasta el momento.

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Frente a la cadena de acontecimientos, es necesario actuar con rapidez y eficiencia, privilegiando soluciones eminentemente técnicas direccionadas a salvar la inversión realizada. (O)

Jacinto Rivero Solórzano, ingeniero civil, Guayaquil