Es bien sabido que las mejores y más sabias decisiones provienen de un exhaustivo ejercicio neuronal, para lo cual se utiliza el intelecto, que aprovecha las cualidades del máximo rector del pensamiento humano que es el cerebro.

Ecuador vs. México

Sin embargo, algunas personas utilizan el corazón para sus reflexiones, lo que ocasiona tórridas elucubraciones que provocan dictámenes románticos, que casi siempre son tiernos y apasionados.

En el escenario colectivo, por otro lado, abundan las “decisiones viscerales” que parecen provenir del área abdominal. Así, hay decisiones estomacales que suelen ser ácidas y avinagradas, perfilando el carácter malhumorado y desapacible de quien las emite; hay también decisiones atrabiliarias que por provenir del hígado van cargadas de enojo, generando casi siempre actitudes destempladas y violentas; del intestino suelen brotar las decisiones acompañadas de incontinencia verbal, con poca sustancia de valor en su esencia; del colon, por el contrario, surgen decisiones carentes de suficiente fluidez, lo que genera un cuadro de estreñimiento intelectual de pronóstico reservado. Finalmente, están las decisiones que emanan del recto, la parte terminal del tracto digestivo, las mismas que, por ser de poca utilidad y provecho, están destinadas al basurero.

Publicidad

¿Prioridades?

Es por esto que la prudencia aconseja usar la inteligencia, escuchando siempre el consejo divino, para alcanzar las mejores decisiones. (O)

Gustavo Vela Ycaza, Quito