Se acerca la época en la que la alegría y la tristeza se dan la mano y lloran juntas. Todos quienes hablan de la Navidad dicen que en estas fechas los corazones se ablandan, que es momento de dar; quisiera estar de acuerdo, pero no me es posible asimilar la alegría sin sentir dolor.

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Navidad; al pronunciar esta palabra viene a nuestra mente: dulces, comida, luces, colores, música, reuniones y regalos; pero tristemente para muchos evoca soledad, hambre, necesidad, frío y miedo al mañana. No, no es pesimismo, es la cruel y dura realidad de muchos seres humanos, que cada día con mucho esfuerzo logran conseguir entre los desperdicios algo para llevarse a la boca, ellos no verán la mesa tendida, el árbol lleno de luces y adornos, el pesebre con sus casitas, los regalos y las golosinas, no sentirán el abrazo de la familia o este se tornará doloroso al ver las caritas de los niños que no comprenden que para ellos no existe eso llamado Navidad.

(...) solo necesitamos un empujón para volver a ponernos de pie, el camino no termina...

La pobreza es cruel y despiadada, no hace diferencia de edad, género, religión, raza, simplemente se apodera de la vida de quienes caen en sus garras, los envuelve en una agonía, desilusiones, miedos, lágrimas, manos que se juntan y plegarias que se repiten una y otra vez.

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No perdamos la esperanza, ¡sí existe un mañana!, sé que para muchos el panorama es gris, pero si nos secamos las lágrimas y limpiamos el cristal de la vida veremos como entra la luz, solo necesitamos un empujón para volver a ponernos de pie, el camino no termina, simplemente a veces hay que cambiar de dirección.

La Navidad es amor, perdón, compartir y ser empático. No es necesario que publiques lo que haces por los demás. Si quieres compartir, hazlo en silencio, la bondad desinteresada desprecia el ruido, lo que haga tu mano izquierda no se lo dejes saber a la derecha, verás cómo tu siembra da frutos y tu alegría se multiplica. (O)

Aissa Tatiana Pazmiño Real, Guayaquil