En ninguna etapa de nuestra historia, ni siquiera en el actual periodo democrático, la ciudadanía ha sido considerada en un rol protagónico para garantizar estabilidad democrática, solo ha sido utilizada para legitimar jornadas electorales y es excluida.

Xavier Torres Maldonado, de vocal suplente del Consejo Nacional Electoral a virtual contralor del Estado

Con la Constitución del 2008 nació otro periodo democrático. El Estado instrumentalizó grandes transformaciones, entre estas la creación del Consejo Nacional Electoral; la Ley Orgánica Electoral; la Ley de Organizaciones Políticas; y el Código de la Democracia. Aquellos cambios no solo facultaron al CNE para la distribución del poder político mediante elecciones; sino también, para la distribución del poder democrático en la ciudadanía.

Desde un enfoque cultural, la ciudadanía jamás ha participado, ni ha sido integrada, en la redistribución del poder democrático. A pesar de que el CNE cuenta con la normativa legal y constitucional para realizar un rol protagónico en la implementación de programas de transformación de la cultura cívica, política y democrática para la ciudadanía, la institución descuidó el desarrollo de la gran transformación cultural que consolida la democracia.

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El déficit de la consolidación democrática ecuatoriana, como resultado del descuido de la transformación cultural, ha provocado, por decir lo menos descontento total de la democracia; hartazgo de lo político y de las organizaciones políticas; decepción por el incumplimiento de la palabra de los políticos; intolerancia; polarización; desconfianza en las instituciones públicas; y en el Estado.

El CNE y la clase política han creído que por sí solas las reformas constitucionales y las leyes consolidarían la democracia, pero no es así.

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Se requiere un nuevo liderazgo en el CNE para conseguir que tal consolidación involucre a la ciudadanía en las decisiones políticas eleven el contexto de las exigencias a las organizaciones políticas, instituciones y gobernantes; y eleven la exigencia de la práctica diaria de principios y valores democráticos. (O)

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Raúl Ernesto Santamaría Salazar, magíster en telecomunicaciones, Guayaquil