He esperado con paciencia que ciertos “adalides” de la democracia, aquellos que alabaron de manera expresa las prácticas electorales de Venezuela, de Cuba, de Nicaragua, opinen sobre la realidad electoral que vive Venezuela: ¡debo reconocer que he esperado en vano!

María Corina Machado: “No hay vuelta atrás” hasta “hacer valer” el triunfo de Edmundo González Urrutia

¿Qué se puede esperar de personas que han dedicado sus esfuerzos a defender el valor de la fidelidad ideológica por sobre el valor del ser humano? Aquellos que decían que el ser humano estaba por encima del capital, hoy, vergonzosamente, aceptan que esté bajo la voluntad de un tirano.

Aquí, en su tiempo, manipularon con peleles serviles la voluntad popular y llamaron triunfo de la democracia, allá pretenden que se consolide lo mismo. Están agazapados, en silencio, esperando que se consolide un fraude, para salir a cantar loas a la “democracia”. No aceptan que los de su tendencia sean perdedores, tampoco aceptan que sean tramposos. A esto le llamo fidelidad dogmática.

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Con alma llanera

Nada dicen de los atropellos contra la oposición, ataque vil a la democracia, ni de las artimañas burdas como la de colocar diez o trece veces la foto del candidato oficial en la papeleta electoral; nada dicen de los ataques y multas a los que alojan o les dan servicio de alimentación a los opositores fuertes; nada dicen de las amenazas de baños de sangre si gana la oposición, amedrentamiento claro al pueblo sensible por su ignorancia, y aplauden con su silencio las bravuconadas de su afín ideológico.

Tampoco hablan del gran fracaso administrativo-económico de un régimen, que al igual que otros, se parapeta detrás del “bloqueo” para justificar sus errores, tal y como lo hace Cuba. Ya nadie les cree, pero esos áulicos ideológicos desdicen de su amor al pueblo, lo menosprecian, cuando desvergonzadamente justifican, con su silencio, las peores atrocidades en contra de la democracia.

De las tiranías, ¡líbranos Señor!

Y con estos palmareses pretenden gobernar nuestro país. ¿Cómo puedes confiar en que sea demócrata aquel que silenciosamente permite atropellos contra la democracia?

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Aquí, los grupos que se autodefinen “progresistas” y defensores del pueblo ignoran, voluntariamente, la realidad del pueblo venezolano; les importa un bledo, porque el mandatario es afín ideológicamente. No caigamos en el engaño al que lleva las afinidades ideológicas: las barbaridades son eso, barbaridades, y hay que combatirlas si queremos ser solidarios con el pueblo, de cualquier país que sea.

Política en Latinoamérica

Aquellos que son ciegos frente a las atrocidades del poder no merecen la confianza del voto en un país que se jacte de ser democrático. (O)

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José Manuel Jalil Haas, ingeniero químico, Quito