Según las enseñanzas de las religiones africanas, los orishas son espíritus enviados por el creador Olodumare para asistir a la humanidad y enseñarle a tener éxito en la tierra. Menciono aquello porque lo estoy relacionando con esa bella plegaria hecha canción que dice así: “Yo soy jardinero. Hago milagro de amor. Soy la sonrisa del alma y el perfume de la flor…”.

Algarabía se desbordó en la Asamblea Nacional por aprobación del TLC con China con 76 votos

El pasado miércoles 7 de febrero, los asambleístas que votaron a favor del Tratado de Libre Comercio con la República Popular China se abrazaban y celebraban por el “triunfo” alcanzado. Con 76 votos positivos aprobaron lo que dicen que traerá un incremento considerable de exportaciones en un 32 % y aproximadamente 50.000 plazas de nuevos empleos. Mencionan que el tratado se avaló bajo la premisa de que se actuó desechando ideologías de parte y parte, todo por el bien del país.

Los asambleístas que votaron y festejaron quizás están convencidos de que solo es aplicable en la vida acuática aquello de que “que el pez grande se come al chico”. Y sobre la ideología: todo lo que realiza el hombre es político y, por tanto, tiene ideología. El comercio se basa en el intercambio, oferta y demanda, con el pago en dinero cuyo fin es el lucro. Así ocurre entre todos los países del mundo.

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Los interesados en este convenio alegan que Chile en 2005 y Perú en 2010 firmaron sendos TLC y que por tal razón se incrementaron las exportaciones. El número de industrias de los dos países es mucho mayor que el nuestro; además, son casi megaindustrias con tecnología de punta. El número de habitantes para el consumo interno es también mayor. Después de firmado el TLC con China, los ciudadanos de estos países se preguntaban: ¿existe aún la industria manufacturera?

En la República Popular China es muy poco lo que se desperdicia. Tienen como costumbre aceptar que todo es reutilizable excepto materiales radiactivos, desechos nucleares o basuras de productos químicos que les han sacado hasta el jugo de los jugos, en esos casos sin utilidad, pero que se pueden tornar peligrosos luego de muchos años de estar en un estado que se podría calificar de incubación aletargada espontánea; cosas ignoradas hasta por ellos mismos, pero que existiendo serían presunciones de ocurrir un desastre. Precavidamente se desprenden de ellos enviándolos a lejanos lugares. Se alega que ciertos desechos podrían ingresar al país, para ser reciclados, si cumplen con las normas sanitarias. Pero si nosotros ni la carta magna respetamos, ¿pueden los extranjeros respetar normas que en nada les interesan? Esa podría ser una de las patas cojas del TLC.

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Como bien se dice: “El que no se tira al agua no cruza el río”. En líneas superiores se dice que aumentará el empleo, generando 50.000 plazas; sin embargo, lo que considero que aumentará serán los trabajadores informales. Nos “invadirán” con millones de chucherías, así como mercadería de alto valor. Nuestros compatriotas, obligados a buscar el sustento diario y ante la barrera de la pequeña industrialización existente y de contadas empresas agroexportadoras, al no contar con trabajo formal, no les queda más opción que con $ 30 o $ 50 convertirse en emprendedores informales. Prometamos que, para cuando llegue ese momento, estos no sean denigrados por procurarse el sustento diario, tal como ocurre en otros países.

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Nuestros industriales y exportadores agrícolas mencionan que el TLC los incentiva a producir más, porque avizoran vender más. Puede que sea así, pero necesitan mayor inversión y mejor infraestructura teniendo en cuenta que tenemos por delante millones de consumidores. Sin olvidar tener la ley de oferta y demanda. Si producen más de lo mismo, pueden abarrotar el mercado y bajar precios. Lo estratégico es innovar. (O)

César Antonio Jijón Sánchez, técnico de mantenimiento, Daule