Desde el siglo pasado ya varios países de América Latina usaban la votación electrónica como forma eficiente, segura, rápida y transparente de llevar los procesos eleccionarios.
En Venezuela por el año 2012 ya se usaba autentificación biométrica en la votación electrónica nacional. En Brasil y México por más de 20 años usan votación electrónica con desarrollos propios en hardware y software para sus urnas electrónicas.
El fracaso del voto telemático ecuatoriano
En el Ecuador, para las elecciones seccionales del 2004 el CNE implementó un proyecto piloto de votación electrónica para cinco parroquias de cinco provincias diferentes. En aquella implementación se usaron urnas electrónicas brasileñas, que fueron proporcionadas por la ONU en calidad de préstamo. Luego, para las elecciones seccionales del 2014 lanzaron el segundo proyecto piloto de votación electrónica en tres provincias ecuatorianas.
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Sin transitar por la implementación de modelos de participación ciudadana que incluya a las mentes ecuatorianas más brillantes en desarrollo de soluciones electrónicas y de software, para que participen como desarrolladores de nuestras propias urnas electrónicas, tecnologías biométricas y softwares electorales. El CNE en las elecciones del 2021 introdujo otro proyecto piloto para los ecuatorianos residentes en los Estados Unidos, el voto telemático. Luego, sin pruebas técnicas de rigor, simulacros, verificaciones de seguridades ni dimensionamiento del internet, este 20 de agosto lanzaron el voto telemático para todos los ecuatorianos del exterior.
Lógicamente el CNE no pudo resolver las denuncias de los que no pudieron sufragar mediante voto telemático. Pero lo realmente sorprendente es que, sin considerar consecuencias, el 26 de agosto el pleno del Consejo del CNE eliminó la forma de votación telemática.
Aquella decisión de eliminar el voto telemático cambió la configuración de nuestro sistema electoral, ya que modificó la calendarización y cambiará la representación democrática en la Asamblea, además de acrecentar la inestabilidad del debilitado sistema de partidos políticos ecuatoriano. (O)
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Raúl Ernesto Santamaría Salazar, Guayaquil