Imputabilidad es la capacidad de una persona de comprender las consecuencias que traerá la realización voluntaria de un acto ilícito, y como tal debe ser responsable y responder por el hecho cometido ante la ley.

La palabra adolescencia deriva del latín adolescens o adulescens, esta hace referencia a los jóvenes y su crecimiento o desarrollo. La adolescencia, es un periodo de transición extenso que vincula la niñez y la adultez. Este periodo de crecimiento es importante en el ámbito físico, cognitivo y emocional, es una etapa llena de problemas y confusión, con cambios hormonales, físicos, intelectuales, psicológicos y sociales. En esta etapa del desarrollo cognoscitivo, se producen cambios sustanciales en las funciones y estructuras cerebrales.

La educación como base de todo

En su libro All Grown Up and No Place to Go (1984), David Elkind describe algunos de los patrones de pensamiento que caracterizan la etapa adolescente. Por ejemplo, los adolescentes piensan en forma abstracta sobre la muerte, con frecuencia participan en comportamientos de alto riesgo, como consumir drogas, tatuarse, conducir a gran velocidad o ser miembros de bandas. La fábula personal de los adolescentes, es el sentimiento de no estar sujetos a las mismas reglas que las demás personas.

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En los humanos se pueden distinguir diferentes formas de conducta violenta o agresiva que va desde la autodefensa hasta el asesinato. Un cerebro joven es como una obra en construcción, inmaduro, en consecuencia es propenso a tomar riesgos.

Deterioro académico vs. violencia escolar

Un estudio en Inglaterra encontró que gran número de los jóvenes detenidos tienden a presentar un grado más alto de trastorno de neurodesarrollo que la población general. Según la Organización Mundial de la Salud entre el 10 % al 20 % de los adolescentes lidian con problemas en su salud mental, sin embargo, no son diagnosticados.

La Asamblea reformó el Código Orgánico de la Niñez y Adolescencia y el Código Orgánico Integral Penal, endureciendo las penas para los adolescentes que infringen la ley. La pena máxima pasó de ocho a quince años, sin tomar en cuenta, por desconocimiento, de los cambios estructurales neurológicos, hormonales que ocurren al cerebro en crecimiento del adolescente.

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La violencia escolar, un mal que crece sin control

Un enfermo mental es inimputable cuando, a causa de su enfermedad, no se le puede atribuir responsabilidad en un delito, que impiden que la persona sea plenamente consciente de sus actos o de las consecuencias de estos.

En conclusión estos adolescentes infractores deberían no solo ser juzgados, sino tratados por especialistas médicos expertos en la materia, debido a los cambios estructurales cerebrales que ocurren durante esta etapa de crecimiento. (O)

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Jaime Galo Benites Solís, clínico intensivista, Guayaquil