Johann Wolfgang von Goethe dijo: “En cuanto confíes en ti mismo sabrás cómo vivir”. Este personaje es el mismo que dijo que no hemos venido a resolver los problemas del universo, sino a saber qué somos y para qué vinimos; mientras que el universo y el mundo es manejado por una energía, una conciencia universal, llamada Dios. Así como en la moneda hay la cara y la cruz y en la electricidad hay los polos positivos y negativos, así también en el ser humano existe el odio que es catalizado o neutralizado por el amor. Algunos dicen que la vida es un eco: si gritas y pides amor, recibirás amor; si gritas odio, por el eco recibirás odio.

En el silencio está la paz

Lo que se siembra se cosecha. Si das amor, servicio y ayuda, serás recompensado por todos los demás, porque una cosa está relacionada con otra. La madre Teresa de Calcuta oraba, ayudaba a los pobres y enfermos y todo el mundo le agradecía; como no tenía nada material, toda la sociedad le rendía honores, incluidos monarcas, gobernadores y presidentes. Hitler destilaba odio y muerte y terminó encerrado en un búnker tomándose su propio veneno.

Sin ideales no hay salvación

Haga un pequeño ensayo que nunca falla: ayude a alguna persona que necesite de usted y verá que sus favores serán devueltos de alguna u otra manera. Siempre se da lo que se tiene adentro: si exprimes un mango, recibirás el jugo dulce del mango; si exprimes un limón, su jugo será amargo. Cada cosa, o persona, da lo que tiene.

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El éxito y la felicidad se construyen

El objetivo del ser humano y para lo cual vino al mundo fue para servir y dar amor; estas son las mayores satisfacciones de la vida. No necesitas decirlo; los demás ven y se desesperarán por retribuir tus servicios. Miren cómo hasta hoy todo el mundo rinde honores a Jesucristo porque solo vino a servir y dar amor. La educación, el trabajo y el amor harán posible que el camino terrenal esté lleno de alegría y felicidad. (O)

Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro