Los ecuatorianos no queremos en las funciones del Estado: corrupción, ineptitud, violencia, narcopolítica y oportunismo propiciados por quienes buscan beneficiarse directa e indirectamente de esos hechos y de la convulsión.

Queremos estadistas y patriotas comprometidos con el desarrollo del país, capaces de presentar y ejecutar planes y propuestas, de dialogar para encontrar consensos en la diversidad; que respeten los recursos públicos mediante una gestión ética y transparente, que realmente luchen contra la corrupción, el crimen organizado; eviten la impunidad y recuperen los recursos públicos robados. La falta de líderes comprometidos con el bien común nos ha convertido en un país que no estimula la inversión para generar empleo, aleja el turismo y nos ubica en los primeros puestos regionales de violencia y delincuencia, cuyos índices hace poco tiempo eran inimaginables dentro y fuera del Ecuador. ¿Será posible que por amor a sus familiares, amigos y a sus conciudadanos, quienes lideran las funciones del Estado realicen sus actividades con patriotismo, despojados de odio y de sus intereses personales para legislar, gobernar y ejercer justicia con ética, eficiencia y transparencia?

Los ecuatorianos esperamos que las autoridades busquen soluciones a los problemas, que son muchos e impostergables, para no sucumbir como algunos países hermanos cuyos habitantes se han visto obligados a emigrar porque no encuentran trabajo, por la mala calidad de los servicios públicos, por la inseguridad en todas sus formas, el crimen organizado, el narcotráfico, la falta de confianza en la administración de la justicia y muchos otros males que en nuestro país ya los estamos padeciendo y es indispensable cortarlos de raíz, con la participación de todos los ecuatorianos. (O)

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Mario Gustavo Andrade Trujillo, Quito