Desde que se diagnosticó mi enfermedad en septiembre de 2021 sabíamos que no se podía curar. Había que centrarse en la calidad de vida que se me proporcionaran y esperar. Lastimosamente los medicamentos únicamente con fines paliativos, no curativos, ya no me funcionan. La enfermedad ha progresado, pero sigo haciendo mis cosas más limitado que antes.

De repente tengo momentos de tristeza, no lo puedo negar, pero son momentos. El buen humor que siempre me ha acompañado se mantiene. En mi casa no vivimos angustiados ni nerviosos. A pesar de todo somos una familia alegre, disfrutamos de lo que hacemos. Nunca renegué de mi enfermedad. Nunca renegué del Señor. Que se haga su voluntad. Y la Virgen santísima se encuentra a mi lado acompañándome. Lo único que le digo al Señor es ¿por qué, justo en un momento que se necesita que se luche contra amenazas tan serias contra la vida y la familia, me enfermo?, pero nada más. Es que veo con mucha preocupación que no hay convicción para luchar; que la gente no se da cuenta de lo grave que es vivir en esta etapa del siglo 21; que hay pocos obreros en la viña del Señor. Quizá Él quiere que ustedes tomen la posta, que sus hijos tomen la posta, que esa semilla que se sembró dé fruto. Hay tanta tecnología nueva y aparecen más medios para hacer tanto bien, que cuando recién comenzábamos a dar charlas con un proyector en un bolso, un parlante en el otro, esperando que la computadora se prenda para dar la clase, charla. Los tiempos han cambiado. Se necesita de ustedes y de sus hijos, de gente aguerrida que no tenga miedo, tenga una firme convicción, rece mucho y amen a Dios y a la Virgen María. Ahogar el mal con abundancia de bien, y seguimos; yo sigo luchando más limitado, pero ustedes están sanos y tienen todo para ayudar a la humanidad... Manos a la obra. Sigamos adelante. (O)

Mario Monteverde Rodríguez, doctor en Medicina y Cirugía, profesor de Bioética Médica y orientador familiar, avenida Samborondón