Hace meses planteaba la posibilidad de recomponer la forma de elección de nuestro país. Durante más de 20 años los partidos políticos nos pusieron a escoger entre lo que ellos creían era correcto, desde presentadores hasta artistas, pues, sin lugar a dudas necesitaban que esos individuos gocen de cierto reconocimiento, sin importar qué clase de antecedentes laborales poseían, y mezclados con ese gancho, nos colaban toda fruta, buena, mala y hasta podrida. Y gracias a un “maravilloso razonamiento”, a esta selección de candidatos le agregaron el “financiamiento” del Estado, está demás aclarar que esos fondos son nuestro dinero. Es decir elegimos la misma fruta con nuestro propio dinero en un sistema electoral cuestionable, fruta que vamos a digerir durante cuatro años y obligados a comprar por nuestra propia mano.

Pan y circo

Hoy, luego de denuncias sobre manipulación de resultados, sobre dignidades con pasados cuestionables y denuncias graves, se ve una clara debacle de la credibilidad de los partidos políticos.

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Busquemos un candidato alejado de toda esa lluvia de denuncias, que no tenga pasado oscuro, que esté divorciado de la clase política y crea que el sistema colapsado sobre su propio eje debe ser urgentemente recompuesto; ese perfil es muy difícil de encontrar dentro de las bases de cada grupo electorero. Escuchen el viento propietarios de los partidos políticos que gracias a una ley electoral se convirtieron en un negocio de alquiler de números, como carritos en un rally, alquilando pilotos de forma desesperada. Estos partidos no buscan un candidato a presidente, buscan un rostro que les asegure vivir dentro del porcentaje, para en un par de años puedan volver a alquilar el monoplaza y volver al vicioso círculo que tiene secuestrada la democracia. (O)

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Luis Alfredo Cuasapaz Aguirre, máster en ingeniería mecánica, Guayaquil