¡Es oficial! Ecuador volverá a las urnas. Tras la aprobación del calendario electoral, desde el Consejo Nacional Electoral, las elecciones del 2025 están en marcha, lo cual dará inicio al movimiento partidario que nos acompañará durante lo que queda del año 2024. Sin lugar a duda, el sufragio se configura como una de las dimensiones más representativas de la democracia; no obstante, este concepto tan utilizado se alimenta de varias dimensiones que determinan su calidad.

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El tablero político en el país ha comenzado a posicionar actores visibles que han demostrado su interés por hacerse con la Presidencia de la República del Ecuador, y es evidente que la lucha por la simpatía y el voto ha comenzado. El desarrollo de las distintas fiestas de la democracia en la historia nacional se ha caracterizado por sus altos niveles de incertidumbre, ya que la única característica que nuestra democracia tiene es la inestabilidad permanente.

Ya en campaña

Los últimos 13 años se han caracterizado por procesos sumamente violentos que han delimitado la manera en la que la institucionalidad del Estado se configura, lo que ha definido las distintas tendencias que compiten de manera permanente en la política nacional, así como aquellas que tendrán más o menos relevancia en un momento específico. El desarrollo de la contienda política ha posicionado a los actores sobre la tendencia política y, así mismo, ha puesto a estas sobre las distintas organizaciones que tradicionalmente deberían canalizar a su militancia hacia la lucha por una dignidad de elección popular. Ecuador se ha convertido en la tierra de los rostros y de los liderazgos mesiánicos.

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Los primeros movimientos del proceso de 2025 han modificado la tendencia a la que las elecciones en el país nos tenían acostumbrados, ya que una de sus características principales es la diversificación de la izquierda; además, de la presencia de un gobierno que ha respondido de buena manera a las pugnas inmediatas de la ciudadanía y que, igualmente, depende de sí mismo a la hora de poder hacerse nuevamente visible ante el elector ecuatoriano que necesita eficiencia y eficacia desde el Gobierno.

La hiperfragmentación electoral que ha existido en los últimos procesos electorales ecuatorianos ha sobrecargado la capacidad del elector para centralizar su voto hacia una propuesta concreta, y ha generado que la dispersión del voto sea una realidad permanente. La labor de los distintos partidos políticos ecuatorianos ha ocasionado que la militancia y la formación de cuadros a nivel ideológico sea nula, lo cual ha desencadenado en que la visibilidad y popularidad de un cuadro sea más importante que su convicción, formación y capacidad política.

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Es claro que el proceso electoral venidero nos presentará sorpresas, ya que es una de las primeras ocasiones en las que la izquierda ha presentado opciones estructuradas que competirán por el voto ideológico perteneciente a esta tendencia y que, además, han empezado a moverse por hacerse con el beneplácito de un elector que ha sido principalmente cautivo hacia una sola propuesta. Es claro que en política nada está dicho; sin embargo, el popurrí de opciones repetidas ha comenzado. (O)

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Ismael Jaramillo Ampuero, politólogo e internacionalista, Quito