Ese 28 de julio de 2024, el pueblo venezolano volvió a abrigar la esperanza del cambio tan ansiado desde hace años, pues un relevo de Gobierno por la vía democrática estaba cerca, y es que algunos acontecimientos daban señales de que el “cambio” vendría: levantamiento de algunas sanciones y liberación de algunos presos políticos venezolanos. Las proyecciones de las encuestadoras que señalaban al menos una proporción de votos tres a uno a favor de la oposición, entre otros aspectos que acercaban a los venezolanos a ver esa luz al final del túnel, que se desvaneció con las argucias del régimen, intentando sepultar las aspiraciones de quienes desean mejores días. El Consejo Nacional Electoral de ese país proclamó ganador a Nicolas Maduro sin tener el 100% de actas contabilizadas, a pesar de las pruebas palpables de la victoria de la oposición, lo que ha llevado al señalamiento de la comunidad internacional sobre lo bizarro del proceso electoral; incluso países de similar orientación ideológica hicieron un llamado al respeto a la voluntad popular y que se delinee una transición de Gobierno. Mientras tanto, los líderes de la oposición María Corina Machado y Edmundo González llevan su lucha “una vez más” a las calles, buscando lo que en otras tantas oportunidades han intentado sus predecesores e incluso ellos mismos. ¿Qué será distinto ahora?

Basta de tolerar el fraude en Venezuela

Y es que el régimen de Maduro ya es experto en esto. La estrategia es evidente al tener control de las Fuerzas Armadas, de la fuerza pública y de las instituciones estatales. Este busca sembrar el terror en las calles para que no salgan a protestar, arrestar a todos los allegados que son cercanos a los líderes de la oposición para amedrentarlos. Es probable que ante la desesperanza que se cernirá otra vez en el país se dé una nueva corriente migratoria. Seguiremos observando cómo ese país se cae a pedazos, cómo pierde su talento humano que le permitiría salir adelante, el desmembramiento de las familias, lo que los acercará cada vez más a la implosión económica y social.

¿Qué más se puede hacer por Venezuela?

Es así que se delinea repetir otra vez la historia recurrente de los últimos años, convirtiéndose en capítulos de un mismo libro de una historia sin fin. Cabe preguntarse: ¿algún día existirá un viraje a esa realidad?, ¿existirá algún actor nacional o extranjero determinante? De no suceder, veremos la misma estrategia de estos años, “jugar a las cansadas”, pasarán días, meses, tal vez años, se asimilará la situación y pasará, vendrán nuevas elecciones y se repite el ciclo. (O)

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Jorge Calderón Salazar, analista económico, Guayaquil

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