Ha pasado ya un poco más de un mes del día de las votaciones en Venezuela y los gobiernos democráticos y los organismos internacionales siguen pidiendo lo mismo y lo más elemental, que se publiquen –oficialmente– las actas que respalden los resultados verídicos de las elecciones venezolanas. Esto pone en evidencia que, aunque hayan pasado muchas cosas estas últimas semanas, se ha avanzado poco o nada desde el 28 de julio, pero, al menos, reposiciona la cuestión en su punto de partida y de fondo, esto es, que hay unos resultados electorales verificables y que, según estos, la oposición obtuvo la victoria y tiene las pruebas de ello.

Llegado este momento, es pertinente plantearles las siguientes interrogantes a los actores internacionales que todavía esperan que el gobierno de Nicolás Maduro presente las actas. ¿Realmente a quién están pidiendo que publique las actas? Si es a la misma institución electoral que ya fue capaz de dar unos números falsos y proclamar a la carrera como ganador a Maduro, entonces es una solicitud meramente protocolaria. El plazo para esto ya venció, de hecho.

Venezuela: jugar a las cansadas

Asimismo, ¿cuáles actas solicitan? No hay duda, tienen que ser las mismas cuyas copias están en manos del comando de la oposición, con sus factores de autenticación y que evidencian una amplia mayoría del candidato Edmundo González, el mismo que el gobierno subestimó y permitió inscribir como contendiente apenas unos minutos antes de acabarse el tiempo para ello. Y, lo más importante, de cara a los días por venir, es preguntarse, ¿quiénes y cómo presionarán para que del lado del Gobierno se dejen ver las actas que contienen su derrota electoral? Esta respuesta es la más difícil, pero del mismo modo es la más urgente. Maduro lo que está demostrando es que no va a entregar el poder en una transición ordenada. Su único marco de sentido y conducta es el de la fuerza o la violencia. No se plantea volver a jugar con las condiciones democráticas mínimas.

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No existen instituciones en el país a las cuales apelar y de las que se pueda obtener una respuesta debidamente institucional. Siempre será bienvenido el apoyo de los pueblos y gobiernos latinoamericanos y del mundo, pero sobre todo urge una gestión internacional que concrete la tan esperada verificación de las actas. (O)

Alfredo Rojas-Calderón, profesor universitario, Madrid, España