Miramos con desinterés lo que sucede con otras personas, ya que en nuestra insensibilidad pensamos que no es nuestro problema: “le roban a él, no a mí”. Pero cuando nos toca a nosotros nos enojamos, reclamamos, olvidando que hemos sido indiferentes con nuestro prójimo.

Cuando eres joven, piensas que no envejecerás. Cuando tus hijos son pequeños y necesitan tu presencia, piensas que tienes todo el tiempo del mundo. Cuando tienes una pareja, piensas que nunca se irá. Esta es una de las grandes fallas del ser humano, no creer que me pasará; luego le reclamamos a Dios, los astros, el destino, etc.; sin asumir que nuestra actitud insensible con nuestro ambiente y personas nos ha traído las consecuencias.

Mejoremos nuestro ambiente, pongámonos en el lugar del otro, seamos empáticos; es la forma de combatir la violencia y mejorar nuestra sociedad. (O)

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Hipatia Elizabeth Morlas García, psicóloga clínica, Guayaquil