Inconsulta e inconveniente la decisión de suspender el suministro de energía a los grandes consumidores por decir lo menos. Diera la impresión que se apresuran en tomar medidas, sin mayor consideración del daño que hacen o de los perjuicios que pueden causar.

Luego nos extrañamos que el Ecuador sea uno de los países con menores cifras de inversión extranjera en la región; muy pocos quieren venir y los nacionales si pudiéramos irnos, nos fuéramos. Muy pocos pueden, son inversiones difíciles de realizar o mover. Pero obviamente una gran industria nunca debe instalarse en un país que le cierra las puertas o le niega el suministro eléctrico, sólo porque es un gran consumidor.

No se hace daño exclusivamente a esas empresas, ni a los trabajadores o familias que dependen directamente de su operación, sino que se deja sin trabajo a los miles de personas y hogares que dependen indirectamente del suministro de lo que ellas producen. Miles de albañiles que no podrán trabajar en la construcción por no tener cemento o hierro para sus obras, remodelaciones, cachuelos.

Si actúan con criterio político, de creer que ganan votos por aparentar proteger a los más débiles, defendiendo el suministro de electricidad a los hogares, y castigando a los poderosos, es una decisión miope y equivocada, de no darse poca cuenta que privan a miles de personas de ganar un sustento diario para su subsistencia. Todos entendemos que sufrimos la peor sequía de las últimas seis décadas y hemos soportado los cortes de energía con el estoicismo y comprensión que la situación ameritaba.

Esta decisión debe necesariamente dejarse sin efecto, volver a los cortes generales y si hubiere que privilegiar a alguien, debería ser al sector productivo y no al consumo doméstico. De qué sirve tener luz si no tienes dinero para pagarla ni medios para subsistir, de qué me sirve tener suministro de energía si me dejan sin el pan de cada día y medios para vivir. De qué sirve si al mismo tiempo te quitan el empleo o dificultan tu ocupación.

Esta crisis debe servirnos para buscar soluciones reales y definitivas. Dar incentivos para que el sector privado pueda invertir en actividades de generación, en proyectos de energía, sean instalaciones hidroeléctricas, energías renovables, gas natural o instalaciones geotérmicas permanentes como en Islandia. Nueva Zelandia. Un pais lleno de volcanes y calor del subsuelo puede producir toda su electricidad con costos muy bajos, sin interrupciones todo el año y superar los periodos de estiaje.

Debe modificarse la ley para que las inversiones privadas de generación de electricidad puedan ser permanentes, no debe existir la obligación de revertirlas al Estado. Si uno hace una inversión es para beneficiarse de ella, más cuando está supliendo una deficiencia del suministro que debió haber sido garantizado desde el principio. A los hogares debe darse incentivos a quienes ahorran energía para que se consuma menos electricidad.

El costo de este apagón industrial finalmente lo pagaremos todos, por el menor nivel de producción, por la menor recaudación de impuestos que esta arbitraria y controvertida disposición terminará causando. (O)