Para el presidente de los Estados Unidos, según una de sus últimas declaraciones, la palabra favorita de su diccionario de acción será arancel, así lo dijo durante su primer discurso de juramento y posesión y antes a lo largo de su campaña electoral, demostrando que no fue una manifestación del momento para promoción de su candidatura, sino que ya en el ejercicio del poder por segunda ocasión ha advertido que aplicará recargos a las mercancías que se pretendan comercializar dentro de su país, respondiendo a intereses no solo comerciales que los justifican, sino también políticos. Igual imposición ha anticipado para productos mexicanos y chinos. La inquietud imperante en el mercado es que esas afirmaciones atropellarían acuerdos binacionales como los TLC que señalan otros niveles arancelarios resultados de largas negociaciones e irrespetando normas de la OMC.

Distinción del Foro Bananero Mundial

Recién dispuso aranceles del 25 % a las mercancías colombianas, anunciando que la semana siguiente serán del 50 %, en buena hora dejó sin efecto ante la decisión gubernamental de Colombia de recibir a connacionales expulsados de la Unión por causas migratorias. Antes, había insinuado imponer un fuerte arancel, sin precisar el mecanismo, a todo producto que se movilice por el puerto peruano Chancay, construido con inversión de capitales chinos, siendo ahora un enclave de mucha versatilidad, totalmente automatizado y eficaz para recibir bienes de todo el mundo y para exportar los elaborados peruanos y de la región, siendo tardíos los lamentos norteamericanos sobre la peligrosidad que encierra una operación total china en el continente, que podría acarrear graves consecuencias.

Ecuador se apresta a negociar un convenio comercial cuyo adelanto costó varios miles de dólares en altos honorarios para lobistas contratados en su momento por el régimen de la época, aunque se manifestó que podría enancarse al suscrito por los amenazados Colombia y Perú, con la experiencia del firmado con la Unión Europea que siguió un similar camino de adhesión. Desde luego, se avecina una dura negociación precisamente arancelaria, porque para el flamante presidente Trump las tarifas son una forma de control geopolítico que debe precautelarse, ya el camarón ecuatoriano ha tenido que superar el establecimiento de aranceles por supuestamente vender en EE.UU. a un precio menor a su costo o dumping.

Interminable espera de propuestas agrícolas

EE. UU. es el principal socio comercial de Ecuador, teóricamente deberían estar libre de amenazas los bienes que se venden a ese destino, son productos que no se cultiva o elaboran en territorio norteamericano; sin embargo, los oficiales gubernamentales deben ser celosos vigilantes de los requerimientos fitosanitarios y de inocuidad que se exigen rigurosamente, teniendo presente que una suspensión o reducción de las cifras de exportación hacia ese destino impactaría seriamente el flujo de divisas y atentaría a las fuentes de empleo, no serían solamente los obstáculos arancelarios sino otros gravámenes, supuestamente para corregir el dumping, como ya sucedió con el camarón. Los diplomáticos y empresarios nacionales deberían siempre estar atentos a estas recomendaciones. (O)