Hace unos días decía aquí: “… FMI: del acuerdo negociado en el Gobierno anterior quedan $2.500 millones por desembolsar… debe ser renegociado en su marco global y en un punto esencial (el aumento del IVA). ¿Es posible? Confío que sí…”. Y efectivamente ayer se anunció el acuerdo, aunque conoceremos los detalles hacia fines de septiembre.

Primera consecuencia: de aquí a diciembre, entre el FMI y otros organismos internacionales recibiremos alrededor de $ 2.500 o $ 3.000 millones que asegurarán el financiamiento 2021. Con esto, el Estado no tendrá desesperaciones de pago, ni nuevos atrasos (y ojalá vaya reduciendo los actuales). Y así mismo, una parte del 2022 quedará ya asegurada.

El acuerdo planteará esencialmente temas fiscales a evaluar en su conjunto y contexto. Por un lado, lo ha dicho el Gobierno, habrá ajustes impositivos (no aumento de impuestos) para que los que mejor han vivido la pandemia aporten solidariamente más (es sensato). Por otro lado, habrá ajuste en gastos… pero conociendo algo del FMI, ese ajuste será menor a lo que necesitamos, porque ellos aplican la filosofía de “ver para creer”, así que no aceptan incluir ajustes de gasto más importantes porque el Ecuador casi nunca los ha cumplido. Pero el Gobierno deberá mostrarnos y convencernos de que su intención es hacer mayores reducciones, necesarias para que el Estado deje de ser un lastre sobre la economía. Tercero, se asegurará un monto importante para apoyo a la población más vulnerable alrededor de la pandemia. Finalmente, incluirá proyecciones de crecimiento que con seguridad serán decepcionantes (quizás alrededor del 3 %), porque el FMI es siempre muy prudente y además el acuerdo no incluye otros temas de fondo que el Gobierno debe y quiere hacer.

Debemos estar claros que con ese acuerdo no estará todo dicho (es una sola pata de la mesa), ni en materia de reformas ni de potencialidad de crecimiento, que debe ser del 5 %. Así debemos evaluar al Gobierno: el FMI más otras propuestas paralelas. ¿Cuáles?

Primero, el presupuesto 2022, donde debemos encontrar avances reales hacia un Estado más eficiente y focalizado (económica y socialmente). Luego la Ley de Oportunidades que se ha anunciado, donde quizás se tocarán temas varios. Ojalá un avance en la reforma laboral de “sentido común”, donde se adapten de mejor manera las necesidades de los trabajadores (sobre todo jóvenes) y empresarios (sobre todo medianos y pequeños). Ojalá avances en petróleo y minería para desarrollar ese potencial sustentablemente, con impacto limitado (nunca nulo) sobre la naturaleza y el entorno humano (sí se puede). Ojalá la confirmación de que se mantiene el ajuste en precios de los combustibles, pero con un mecanismo concreto de focalización hacia los que menos tienen (transporte público y gas). Ojalá manteniendo la línea de apertura al mundo (acuerdos comerciales, aranceles e ISD más bajos). Ojalá desburocratización en muchos temas diarios que nos agobian. Ojalá un objetivo claro y fuerte de mejorar educación y salud.

Decía hace unos días: “… Lo importante es sacar provecho del apoyo internacional vía el FMI… pero sobre todo nuestro propio diseño de buenas políticas”. Y agrego: el apoyo político de la sociedad, teniendo apertura para discutir las propuestas. (O)