Tendremos nuevas elecciones presidenciales y legislativas el próximo año, mientras sufrimos grave crisis política y económica. No son buenas las condiciones del país para atraer inversiones extranjeras. Las bandas de narcotraficantes apoderadas de ciudades importantes de la Costa alejan el turismo. Agrava la inseguridad jurídica y judicial. Son contextos que deben cambiar para mejorar la imagen internacional, la producción y la calidad de vida de la población.

Se requieren cambios en seguridad, economía y empleo, sistema judicial, educación, infraestructura vial, portuaria, telecomunicaciones y de energías renovables. La política fiscal debe promover inversión, eficiencia del gasto público, reducción del déficit fiscal, desarrollo regional equitativo. Mejorar la conectividad digital. Emular políticas del Perú y Colombia, para atraer inversión extranjera.

El mayor escollo: las organizaciones políticas que están fuera de sintonía. Evidencian un cínico activismo para desgastar al gobierno en funciones y bloquear los esfuerzos legislativos necesarios para los cambios. Sí, es culpa de la legislación electoral y del añoso liderazgo político que la impone. Unos y otros impiden coaliciones estables y, por el contrario, incentivan la fragmentación. Prueba de ello es que a junio de 2024 existen 232 organizaciones políticas (7 partidos políticos, 10 movimientos nacionales, 61 provinciales, 139 cantonales y 15 parroquiales). Imaginarse lo que cuesta la promoción política (más de $ 122′000.000 entre el 2013 y 2021), más el fondo partidario que reciben, entre los que se habrían pagado “reconstrucciones vaginales” (¿para promoción electoral?). Estarían en proceso de aprobación 30 organizaciones en el CNE.

Necesitamos verdaderos partidos y no “movimientos” de ocasión y alquiler. Especialmente, la sustitución de los viejos líderes símbolos (identificados con cacicazgos).

Ecuador necesita con premura un pacto social, que trasciendan las ofertas electorales, más allá del TikTok. Es imprescindible crear conciencia sobre el daño social y el costo económico del bloqueo político y de la corrupción política para el país. Los tiempos de crisis exigen de los actores políticos madurez y priorizar el bienestar nacional sobre los intereses partidistas.

El canibalismo político demuestra con “narcojuicios” que las facciones buscan acceder al poder sin guía programática creíble y posible, o con el ofrecimiento fácil y sin sacrificios del ciudadano. Solo evidencia inconfundible y cínica ansia de una cuota de poder para negociar beneficios con el gobierno.

Cuando el diálogo parece imposible y el populismo se enseñorea, a tal punto de que haya 17 binomios para llegar a la Presidencia, se necesitan enfoques y acciones más radicales de la ciudadanía que está harta. Las redes sociales permiten desnudar las miserias de los candidatos. Con las plataformas tecnológicas se pueden escudriñar sus promesas electorales y las votaciones legislativas. Con la inteligencia artificial contrastar discursos con engañifas y las propuestas realistas; y explicar las secuelas de las políticas populistas, entre ellas, el estancamiento del desarrollo del país. (O)

Errata: en la edición impresa de esta columna se lee “Estarían en proceso de aprobación más de 60 organizaciones en el CNE”, cuando lo correcto es “Estarían en proceso de aprobación 30 organizaciones en el CNE”.