No sé si lo compraron en Quito o en la zapatería de Viche Lanas ahicito en Latacunga, pero cuando vi a papá y a mamá, cruzar el patio de piedra, con el carriel rojo de cuero, que tenía repulgada una Periquita (la niña de la tira cómica) en la esquina derecha, el corazón me dio un vuelco. A estas alturas yo ya sabía leer por culpa de mi abuela, pero sentí que en esta ocasión sí entraría a primer grado, que en esta ocasión no duraría solo un par de semanas, que en esta ocasión no patearía a ninguna monja.

–¿Es para mí?, pregunté con más emoción que duda.

–¿Para quién más?, dijeron a dúo.

La misma emoción, pero esta vez con la seguridad de que no habría patadas, sentí al acompañar a mi nieto #Yoursokiú a comprar su mochila de superhéroes. Y con una mezcla de alegría al poder acompañarlo en su primer día de escuela; y, de melancolía anticipada por la distancia que pronto será inexorable, fuimos con el abuelo a la parada del bus.

Cívica

La peste del olvido

En la pequeña localidad gringa donde vive todos se saludan, los vecinos se conocen y el sentido de comunidad está muy arraigado.

Ya en la esquina por donde pasaría el bus lo dejamos ser. Se acercó a un grupo de niños y comenzó a conversar. Santi y yo lo veíamos desde la esquina del frente. Eran ocho los muchachitos que con 6 y 7 años esperaban el bus en un animado círculo. Cuando llegó el bus nos íbamos a acercar, pero nos quedamos perplejos al ver cómo el círculo se convertía en una ordenada fila que se encaminaba con total naturalidad.

Ni un jaloneo, ni un empujón, ni un avispado abusivo, ni una palabra adulta que sugiriera hacer la fila.

Simplemente el orden natural y lógico de quien vive en comunidad y entiende su significado.

A la salida del cole estaba feliz, nos contaba, en su castellano agringado, las experiencias de su primer día en una escuela pública. Pidió que lo lleváramos al parque. Le encanta el columpio y a nosotros nos encanta verlo volar feliz. Un niño se acercó a reclamar a su hermana su turno en el columpio de al lado; ella, como toda hermana que se precia, le respondió con una patada. Mi guagua paró en seco: That’s no nice. It’s irrespectful (Eso no es amable, es irrespetuoso). Se bajó y le cedió el columpio al niño.

#Yoursokiú no es un niño excepcional, muchos actúan así. Cuidan su entorno, entienden la diferencia entre respeto e irrespeto, hacen cola, saludan, devuelven lo ajeno, viven en paz. Seguramente no serán todos, lejos está la sociedad estadounidense de ser perfecta, para muestra los locos que portan armas y las usan a mansalva contra la población inocente, pero en ciertos lugares, en muchos lugares es vivible, y seguramente agradable.

La ministra Alegría Crespo ha dicho que se volverá a impartir Cívica y se cantará un himno que será un bálsamo, “bálsamo” es una palabra apropiada solo para el champú y tal vez no debió usarla, pero la idea de enseñar a respetar, a convivir, que según sé, no será como la materia aburrida que tuvimos en la prehistoria de nuestras vidas, sino con métodos innovadores, no se merece la tormenta rabiosa de comentarios en contra. Démosle chance. Por algo hay que empezar, ¿no? ¡Y con urgencia! (O)