La palabra cónclave proviene del latín cum-clavis, que significa “bajo llave” en mención al aislamiento de los cardenales durante el proceso de elección del nuevo papa, el cual fue implementado en el año 1241 (aunque también se sugieren otras fechas) para evitar presiones e influencias de todo tipo. Desde ese entonces se han convocado numerosos cónclaves, varios de los cuales estuvieron marcados de forma singular por controversias e intrigas que vale la pena recordar en momentos tan especiales en la vida de la religión católica.
Para la revista Time, hay tres cónclaves a través de la historia que deben ser marcados como los más controversiales. El primero de ellos fue el que se celebró en el año 1378, el cual trajo consigo el debate respecto de que si el papa debía recibir Avignon (Francia o en Roma), tomando en cuenta el hecho de que en los años anteriores el papado había hecho su base en la ciudad francesa. Cuenta la historia que cerca de 20.000 personas se manifestaron en Roma presionando con el fin de que se decida que el papa resida en Roma, ante lo cual los cardenales decidieron elegir al arzobispo de Bari con la seguridad de que renunciaría de forma inmediata una vez que los ánimos vuelvan a su cauce, el nuevo papa tomó el nombre de Urbano VI y al contrario de lo que los cardenales pensaban decidió no renunciar, por lo que los mismos cardenales que lo habían electo decidieron designar un nuevo papa, el cardenal de Génova, quien tomó el nombre de Clemente VII. En las siguientes cuatro décadas, la Iglesia llegó a tener tres papas al mismo tiempo hasta que el Concilio de Constanza formalizó la autoridad de un solo papa en Roma.
El cónclave de 1605, por su parte, es señalado como el único en el que se produjeron actos de violencia, en el cual un cardenal sufrió la fractura de varios huesos en medio de la pelea suscitada entre el grupo de cardenales que apoyaba a Cesare Varonius y otros que respaldaban a Domenico Tosco; en dicho cónclave fue designado Camillo Borghese, quien asumió como Paulo V, siendo recordado su papado por sus grandes diferencias con Galileo Galilei, el noble científico italiano defensor de la teoría que postulaba que la Tierra y otros planetas orbitaban alrededor del Sol, posición contraria a la que tenía la Iglesia católica, que sostenía que la Tierra era el centro de todo el universo. Finalmente Time recuerda el cónclave de 1903, en el cual la designación del cardenal Rampolla fue vetada directamente por el emperador austriaco Francisco José I, quien utilizó el derecho de exclusión otorgado a ciertos monarcas católicos con el fin de evitar la designación de un potencial papa. Naturalmente, hay otros relatos singulares como el cónclave de 1559, cuando fue designado el papa Pío IV del que se decía era padre de dos hijos, hecho del cual hicieron caso omiso los cardenales.
El cónclave que se celebrará pronto con el fin de designar al sucesor de Francisco seguramente estará rodeado del halo de espiritualidad y misterio que solo un evento de esa magnitud puede deparar. Pero quienes conocen la historia vaticana aseguran que cónclaves como los descritos no volverán a ocurrir nunca más. (O)