Mañana entramos en el décimo año de la crisis económica que empezó a mediados de 2014. El precio del petróleo ecuatoriano promedió 96 dólares el primer semestre de 2014 y en 2015-2023 ha promediado 54 dólares. Para junio de 2014 el correato ya se había gastado toda la enorme renta petrolera que recibió desde 2007, lo que habían ahorrado los gobiernos anteriores, pignorado las futuras rentas petroleras y encajado miles de millones de papeles al Banco Central para emitir ecuadólares. Desde esa fecha hasta mayo de 2017 Rafael Correa duplicó la deuda externa y le entregó el poder a Lenín Moreno para que se haga cargo del problema.

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Moreno consiguió un sustancial apoyo del FMI para un programa de estabilización económica de tres años, el mismo que se ejecutó solo parcialmente ante la debilidad de los gobiernos que les ha impedido tomar medidas radicales. El resultado es que entre 2014 y 2022 la economía solo creció un acumulado de 1,5 %. Como la población se expandió 7,2 %, eso significa que la producción por habitante es menor en 2022 que en 2014.

A partir de 2023 el país ya no cuenta con ese apoyo financiero, no se tomaron las medidas necesarias y la Corte Constitucional auspició una consulta popular con la que el país sacrifica su renta petrolera. Las expectativas de crecimiento para 2024 son de 0,8 %, similar al crecimiento de la población. No hay luz a final del túnel de la crisis empezada hace 8 años.

Ecuador, en cambio, es muy dinámico en la agroexportación, acuacultura y pesca...

Hacia 2014-2015 el mundo tenía puestos sus ojos en Grecia, que pasaba por una crisis atroz, comparable a la ecuatoriana por carecer de moneda propia, un gasto público desenfrenado e ineficiente que había tornado a Grecia en país caro para producir. Como Grecia es parte de la Unión Europea, el Banco Central Europeo, Alemania (que es la líder de la UE) y el FMI (“la troika”) presionaban a Atenas para que implante un programa económico muy severo. Los griegos eligieron un gobierno populista cuya bandera era no al ajuste y el que consultó al pueblo si aceptaban el plan de la troika. La alternativa era la salida del euro. Por ese paralelismo, en julio 15 de 2015, dedicamos este espacio a la crisis griega (Las furias contra Atenas).

El pueblo griego se pronunció con un resonante no al ajuste. Pero a la postre el Gobierno lo aplicó. Siguieron años muy duros para el pueblo griego: hubo mucha emigración, y como la natalidad era baja, la población se redujo. Todavía el ajuste es incompleto. Pero el resultado es que se enderezaron las finanzas públicas, ganó en competitividad y la economía crece. Entre 2014 y 2022 en que Ecuador creció un acumulado de 1,5 %, Grecia 8 %. Mientras que el PIB per cápita del Ecuador cayó 5 %, en Grecia creció 14 %. Mientras que se estima en 2024 el PIB per cápita del Ecuador no crecerá, las perspectivas de Grecia son 2 %.

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El crecimiento potencial de Grecia es débil, dependiente del turismo. Ecuador, en cambio, es muy dinámico en la agroexportación, acuacultura y pesca, y tiene gran potencial minero y petrolero. Pero rehusamos reducir el gasto público improductivo y mejorar su calidad, eliminar el subsidio a los combustibles y favorecer el empleo con leyes más flexibles.

La pregunta es: ¿qué es mejor, tomar medidas que causan gran malestar en el corto plazo, pero permiten retomar la senda del crecimiento, o vivir estancados, al filo de la navaja? (O)