El domingo pasado, 10 de diciembre, se fue la luz durante casi seis horas, de tres de la tarde a ocho de la noche. No es la primera vez. Vivo en un barrio que tiene la mala suerte de los apagones no programados y los sufrimientos que la carencia de electricidad trae aparejados. Es un problema de muy difícil solución.

Dependemos de las lluvias: si caen muchas, inundan; si caen pocas, secan. Estamos sujetos a lo incierto: la política energética del Ecuador se fundó en la producción de las hidroeléctricas, soslayando las termoeléctricas que son contaminantes. Las pocas que hay no recibieron el mantenimiento necesario y poco aportan. Colombia se aprovecha y nos vende caro y hay que restringir el consumo para no agotar el agua que guardan los embalses sujetos a las lluvias que alimentan Paute-Mazar y Coca Codo. El clima es inestable y la gente clama a san Pedro para que abra las aguas del cielo.

Gobernar para cumplir

Se suma la ineptitud de quienes debieron ser precavidos y a los apagones programados se suman estos de inevitables accidentes.

Debemos migrar hacia la energía solar, que por estos días nos achicharra. Es necesario que las autoridades nos hagan saber qué van a hacer para que el futuro sea menos incierto respecto de la producción de energía.

Quería dedicar esta columna al tema de la vergüenza que tenemos al ver lo mal que trabajan esos engendros creados por la Constitución vigente: el Consejo de la Judicatura y el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Son criaturas extrañas a nuestra historia, creados para que la todopoderosa presidencia maneje a los jueces y a las autoridades de control. Se le arrebató al Parlamento nacional tales importantes atribuciones bajo el pretexto de que el Congreso es muy politizado y sujeto a negociaciones. Los parlamentos son los lugares donde se negocia. Pueden parecerse a los mercados de víveres. Hay que admitir que en los últimos años llegaron a la Asamblea Nacional sujetos que extorsionan y tienen precio. No fueron pocos, y sin embargo hay otros que le salvan el rostro, los justos que evitan la corrupción de todo el sistema.

Primer proyecto urgente

No hay plata

Me adhiero a la tesis del Dr. Simón Espinosa de que esta Constitución debe ser abolida mediante referéndum y sustituida por la de 1998. Así, de un solo tajo, esos organismos extraños dejarán de existir. “Tanto monta cortar como desatar”.

El Gobierno no tiene plata y debe pagar sueldos de la enorme burocracia y de la fuerza pública. Puede obtener ahorros reduciéndola, pero también puede recibir dinero rápido si elimina o disminuye los subsidios a los combustibles. No se justifican en un país hambriento. De esos subsidios se aprovechan personas que tienen autos, los contrabandistas, los narcotraficantes, los habitantes fronterizos de nuestros vecinos. Se estima que son más de 2.600 millones de dólares que podrían entrar a la caja fiscal. Seguramente algunos dirigentes se opondrán y reivindicarán sus intereses mediante estallidos sociales.

En el pasado, los gobiernos no se atrevieron. Tal vez este del joven Daniel Noboa tenga fuerza y habilidad para la dura decisión. Parte de la solución está en esa medida. El pueblo debe ser informado, comprender y apoyar si el Gobierno se atreve. (O)