Nos preguntamos si ya tocamos fondo o si todavía podemos hundirnos más. Creo que la fosa es muy honda, como se comprueba con la muy lamentable situación de Haití.

La Constitución vigente creó un Estado de derechos y sus autores dicen que es la más garantista de todas las anteriores. Puede que sea verdad, pero en esta ley fundamental se basan quienes abusan del Estado de derecho para conseguir libertades y privilegios a personas declaradas culpables en última instancia de diversos delitos. No voy a escribir jeremiadas sobre los casos conocidos que la prensa ha informado. Me permitiré insistir en solo dos temas esenciales: la falta de trabajo bien remunerado y la delincuencia que casi ha suprimido los derechos de las personas a transitar por las calles, hacer negocios y vivir en paz.

Una mejor institucionalidad

El sector público está hipertrofiado. Una burocracia excesiva de la cual solo nos percatamos por los noticiarios. Hay que recordar que cada funcionario tiene auto y combustible pagados por el Estado, secretarias, oficinas y empleados de la dependencia. Puede engordar más por la inevitable colocación de partidarios y amigos de los ganadores de las próximas elecciones. La burocracia se lleva una gran parte del presupuesto del Estado.

Realismo y utopismo

El verdadero motor de la creación de empleo es el sector privado. El de los que arriesgan sus capitales y esfuerzos en ganar más dinero utilizando su creatividad e ingenio. El capitalismo, con todos sus abusos e injusticias, ha sido y es la forma de producción que ha generado el progreso de la mayoría de los pueblos. Los socialismos han fracasado y solo han repartido pobreza. Miren a Venezuela, Cuba, Nicaragua, la antigua Unión Soviética y sus restos. China tiene una economía sui géneris como lo proclamaba Deng Xiaoping, el verdadero genio de la China moderna. Un híbrido que acepta el capital privado, pero reserva al Estado las industrias estratégicas. En la lista de los multimillonarios del mundo hay muchos chinos.

Hay que estimular la creación de empleo con las debidas reformas consensuadas de la legislación laboral. Si los jóvenes encuentran trabajo honrado y digno pueden resistir las ofertas de la delincuencia organizada y su dinero fácil.

Los límites del poder

Reformar la Constitución vigente requiere un tiempo que no tiene el país. Hay que reformar las leyes en muchos aspectos como esa especie de privilegio de la edad de los sicarios. Un sicario mata a sabiendas, por eso debemos saber quiénes son y no ocultar sus nombres. Los cambios son tarea de legisladores honrados y sabios. Es difícil, no imposible. Tal vez la Corte Constitucional puede tomar iniciativas creadoras para desmontar el sistema de los jueces multicompetentes y su jurisdicción nacional, porque abusan de sus facultades. El mismo adjetivo es una aberración. Nadie puede saber de todo, es un imposible físico. Pero sí pueden ser honrados para usar bien sus facultades legales y su íntima convicción al apreciar las pruebas de los delitos.

La inseguridad que padecemos tiene dos soluciones: el trabajo y la honradez de los jueces. La fuerza pública y la Fiscalía y la Policía son factores de seguridad y paz. Debemos apoyarlos. (O)