En 1873 se realizó el viaje de estreno de la locomotora Guayaquil, que recorrió el primer tramo de vías férreas construido, uniendo las poblaciones de Yaguachi y Milagro. Se trataba de una pequeña parte de un gran proyecto férreo para unir Quito y Guayaquil. El Ferrocarril del Sur o Trasandino fue una obra que ejecutó el entonces presidente Gabriel García Moreno y que, quizá, había sido concebida una década atrás.

Para ese entonces, la mula constituía el único medio de ‘transporte pesado’ del país. No existía una ruta definida por donde transitar, o un sistema de transportación de pasajeros o mercaderías. A ello se sumaba la delincuencia existente en los caminos que, sin una vigilancia eficiente por parte de las autoridades, los viajeros eran asaltados en sitios estratégicos. En ese entonces, la travesía entre Quito y Guayaquil se realizaba dos veces al mes con un tiempo de viaje de seis días.

En su proyecto, se diseñaron caminos ramificados para unir las provincias con el camino principal, mejorando así las comunicaciones. Con ello se incrementarían los intercambios entre la Sierra y la Costa, y el mercado interno nacional crecería. Además, potenciaría la incipiente industria en el país, a través de la movilización de insumos y productos entre los puertos y los diferentes puntos en el interior.

Sin embargo, su costo era muy alto. Hace 150 años, la vía fue estimada en 3′700.000 pesos, cuando el presupuesto anual nacional era exactamente la mitad. Luego del asesinato de García Moreno, la obra quedó inconclusa. Las administraciones de Ignacio de Veintemilla y José María Plácido Caamaño continuaron con el proyecto. Años más tarde, el Gral. Eloy Alfaro se preocupó por los trabajos del ferrocarril y constituyó la empresa The Guayaquil and Quito Railway Company, cuyo accionista principal fue Archer Harman.

¿A quién se atribuye una obra pública? ¿A quien la concibe? ¿A quien la financia? ¿A quien la hace con sus propias manos?

Con ese nuevo impulso, el ferrocarril siguió tomando forma, pero ya entrados al siglo XX, la fiebre amarilla golpeó a la fuerza laboral ecuatoriana y a los miles de jamaiquinos que fueron traídos para su construcción. Finalmente, en 1908, el primer tren del ferrocarril ecuatoriano llegó a la estación de Chimbacalle y se premió al Gral. Alfaro y al Sr. Harman por unir a las 2 principales ciudades del Ecuador.

La pregunta es: ¿a quién se atribuye una obra pública? ¿A quien la concibe? ¿A quien la financia? ¿A quien la hace con sus propias manos? ¿A quien la inaugura? ¿A quien la pone en funcionamiento?

Comparando estos más de 40 años de recorrido histórico del ferrocarril con el casi espejismo del Metro de Quito, este último no va tan mal. En mayo de 2010, el alcalde Augusto Barrera creó la Unidad de Negocios Metro de Quito como entidad adscrita a la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas. Una vez que se comprobó la viabilidad integral del proyecto, Barrera avanzó hacia la siguiente etapa. El Metro de Quito se inauguró el año pasado y empezó a funcionar este 2023, luego de 13 años de gestiones.

Varias obras en este país tienen más preguntas que respuestas. Por ejemplo, la Refinería del Pacífico: ¿a quién atribuimos esa obra gigante, cara e invisible? Les dejo la tarea. (O)