Hace unas semanas, destacados empresarios de Guayaquil nos reunimos para asistir a una charla del experto Manuel Bogado, en la que se abordaron temas esenciales, como la estrategia, el liderazgo y su impacto en los negocios.
Bogado inició la sesión con una historia cautivadora que nos trasladó a 2.500 años atrás. En aquella ocasión, el rey de Wu, enfrentado a un inminente ataque del ejército de Chi, buscó el consejo del legendario estratega Sun-Tzu. Este le advirtió: “El conocimiento de la estrategia es vital; es el camino entre la vida y la muerte, entre la victoria y la derrota. No reflexionar sobre ella equivale a descuidar aquello que más valoramos”.
Y añadió: “Si conoces a tu enemigo y a ti mismo, no temerás a mil batallas; si solo te conoces a ti mismo, por cada victoria sufrirás una derrota; si no conoces ni al enemigo ni a ti mismo, perderás todas las batallas”.
Para Manuel Bogado, la estrategia implica pensar antes de actuar y aprovechar las fortalezas propias para capitalizar las oportunidades más prometedoras. Sin embargo, su verdadero dominio radica en comprender profundamente la mentalidad, los intereses y las motivaciones de la contraparte. Este aspecto, a menudo subestimado en la política, los negocios y las relaciones internacionales, se hizo evidente en las tensiones recientes entre Colombia y Estados Unidos.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, en un intento por reafirmar la soberanía nacional, decidió bloquear vuelos con deportados procedentes de Estados Unidos. No obstante, esta medida no tomó en cuenta el perfil de Donald Trump, un líder reconocido por su rapidez, contundencia y disposición a ejercer su poder. La inmediata imposición de aranceles a productos colombianos evidenció que la estrategia es un proceso dinámico, donde cada acción provoca una reacción. Sin duda, dinámicas similares se replicarán en las relaciones con México, Canadá y China. Ignorar estos matices podría derivar en errores costosos y cerrar puertas a acuerdos o soluciones beneficiosas a las partes.
Las decisiones estratégicas no se toman en el vacío. Comprender a la contraparte, ya sea en la política, en los negocios o en cualquier otro ámbito, requiere analizar en profundidad sus motivaciones, patrones de acción y el entorno en el que se mueve. En el caso de Donald Trump, por ejemplo, sus prioridades siempre han girado en torno a la protección de los intereses de EE. UU., sobre todo su industria nacional, respaldadas por un historial de imposición de aranceles. Incluso en sus mítines Trump enfatizaba que “aranceles” era su palabra favorita.
Este ejemplo es sumamente relevante para cualquier líder, ya sea de un país, una empresa o un equipo: tener claridad sobre los recursos, habilidades y limitaciones propias, reconocer de manera honesta las áreas de mejora, desarrollar empatía y analizar el contexto permite anticipar movimientos y evitar errores previsibles.
La idea central es que la estrategia no se limita a ser una herramienta académica o el legado de hazañas de generales legendarios. Hoy, la estrategia se mantiene más vigente que nunca, constituyéndose como una disciplina viva y esencial para los líderes actuales, marcando la diferencia entre el éxito y el fracaso. (O)