En todos los sistemas democráticos del mundo, los parlamentos tienen la facultad de fiscalizar a las demás funciones del Estado, en especial a la Función Ejecutiva.

El Ecuador, en su característica política bastante caníbal, ha tenido históricamente una impresionante cantidad de juicios políticos. De hecho, como ministro de Finanzas en 1986 y como vicepresidente de la República en 1995 enfrenté sendos juicios.

Juicio político está en marcha oficialmente

Los procesos de fiscalización en el Ecuador han tenido en algunas ocasiones justificación como también han llegado a límites de lo absurdo. Así por ejemplo, el partido X estaba en el gobierno, su ministro de Energía subía el precio de los combustibles y el partido Y en la Asamblea llamaba al ministro a juicio político. Luego gobernaba el partido Y, su ministro de Energía subía los combustibles y entonces el partido X desde la Asamblea llamaba a juicio político al ministro. Un absurdo caníbal, una incoherencia de gran insensatez.

Pero el enjuiciamiento político a un ministro o a un funcionario siempre fue infinitamente más fácil que el enjuiciamiento a un presidente o un vicepresidente. Los juicios a los mandatarios en todo el planeta están mucho más limitados y tienen más candados, porque el riesgo de desestabilización es demasiado grande para la república.

El mal juicio de Lasso: navegando entre el asesinato de su reputación y la inseguridad en las calles

Hoy, luego de casi 100 años, un presidente vuelve a ser políticamente enjuiciado. El debate sobre la legalidad de lo que ha hecho la Corte Constitucional será muy largo. Pero lo que no cabe duda es que este nuevo juicio refleja, más allá de los errores o aciertos del gobierno, más allá de la ferocidad de la oposición, la ausencia absoluta que tiene nuestra sociedad de metas comunes, de objetivos nacionales, de una agenda mínima de consensos.

Cualquiera sea el resultado del juicio político, el país empeorará... se esperará a ver cómo se aclara el panorama político...

Alfredo Borrero es una figura clave en dos de los escenarios que enfrentaría Guillermo Lasso ante el juicio político en la Asamblea Nacional

Muchos sostienen que el juicio político al vicepresidente en 1995 rompió la marcha de un programa económico muy exitoso. Lo que es cierto, es que luego del proceso que provocó la salida de mi persona del país, vino una secuencia desestabilizadora terrible, que generó muchos gobiernos en poco tiempo, varios mandatarios en el exilio y con persecución judicial.

Pero ninguno de los problemas fundamentales del país se resolvió en ese proceso. Y cuando un régimen autoritario tomó las riendas, no solamente que no se resolvieron los grandes temas, sino que además se desperdició la mejor oportunidad que tuvo la república para salir adelante con la bonanza de los precios de las materias primas y las condiciones del mercado internacional muy favorables no solo por los términos del intercambio, sino también por el crecimiento de nuevos mercados como la china. Todo esto se desaprovechó.

Todavía no entendemos que no se trata de personas, sino de una actitud nacional que no tenemos; de objetivos de país que no tenemos, y de la comprensión por parte de la ciudadanía de que el proceso de derrotar la pobreza toma décadas de hacer bien las cosas y de sostenerlas.

Cualquiera sea el resultado del juicio político, el país empeorará, se postergarán inversiones, se esperará a ver cómo se aclara el panorama político, y el sueño de desarrollarnos y derrotar la pobreza será más lejano. (O)