Estados Unidos, a principios del siglo XIX, sostuvo lo que se conoció como la Doctrina del Destino Manifiesto, que implicaba poseer los territorios al sur del Río Grande. Así, cuando el Gobierno inglés de Canning les propuso formular una declaración conjunta para prevenir e impedir que las potencias europeas de la Santa Alianza intervinieran en España y sus colonias de América, decidieron lanzar solos su propia declaración: la Doctrina Monroe, de “América para los americanos”, bajo el nombre de su presidente. Los europeos desistieron de su intento, principalmente, por el gran poderío naval de Inglaterra, pues Estados Unidos no era todavía potencia naval. A fines del siglo XIX tuvo lugar el enfrentamiento con España, por un atentado contra un barco de guerra norteamericano en Cuba, y al grito de “Recuerden al Maine”, desataron una guerra en la que los viejos galeones de madera fueron destrozados por la moderna flota de acero norteamericana. España perdió las Filipinas, Puerto Rico y varias islas; Norteamérica propició una llamada independencia de Cuba, controlada por los Estados Unidos, bajo la Enmienda Platt.

Con guerras y reconociendo indemnizaciones, importantes territorios mexicanos pasaron, en el siglo XIX, a integrar Estados Unidos (Texas, Arizona, California, Nuevo México).

El presidente Trump ha anunciado su Nuevo Destino Manifiesto, declarando que, en América, Canadá debe incorporarse a Estados Unidos como un nuevo Estado de la Unión, que el canal de Panamá les pertenece, y, aunque parezca simbólico solamente, que el golfo de México se llame golfo de América. Reclama la propiedad de Groenlandia, perteneciente a Dinamarca; esto parecería un tanto menos grave porque este país declaró, hace pocos años, estar dispuesto a reconocer la independencia de la isla, que tiene valor especial por el control del tráfico marítimo del norte y por sus tierras raras.

La Doctrina Trump compagina con la de Putin en Ucrania, y la NATO (OTAN) perderá importancia.

En América se ha desatado ya una reacción: Canadá la ha rechazado de plano; Panamá la ha rechazado, pero ha manifestado estar abierto al diálogo. La OEA ha condenado la pretensión sobre el canal de Panamá y ha defendido la validez de los Tratados Carter-Torrijos. Recuérdese que, aparte de estos tratados, existe uno de Neutralidad, por el que los Estados Unidos se reservó el control último del canal para impedir la interferencia de otras potencias, como la japonesa y la china.

El presidente Donald Trump ha anunciado la imposición unilateral de nuevos aranceles a sus dos socios, Canadá y México, lo que encarecerá la vida de los propios estadounidenses.

Problema grave para nuestros emigrantes será el de los nuevos controles sobre los emigrantes y la expulsión masiva de los ilegales, que viven desde ya un estado de terror.

Como no existen en América, como sí en Asia y en Europa, potencias que equilibren el poder de Estados Unidos, solamente pueden protegernos el derecho y la unidad latinoamericana, hoy, más importante que nunca antes en nuestra historia. (O)