Hoy quiero comentar la noticia del suicidio de un joven coreano, miembro de una banda musical, perteneciente a un género denominado KPOP. Para ilustración del tema, el género es un movimiento musical nacido en Corea del Sur, en el cual se manejan conceptos de coreografías y shows de altísima calidad audiovisual, que convierten a estos jóvenes en ídolos del baile y de la estética. Un negocio multimillonario, responsable de poner a Corea en el mapa de la fama adolescente mundial.

Los reivindicativos orígenes del K-Pop

Obviamente, como nada es gratis en la vida, esta rentable industria se levanta sobre los escándalos que la rodean: contratos leoninos, presión mediática, operaciones de cirugía estética obligatorias, malos tratos, escándalos sexuales, denuncias de violación, trastornos alimentarios, suicidios.

El caso reciente es el suicidio de un joven de 25 años, que ha reactivado el debate sobre la depresión y otras afectaciones mentales en niños y jóvenes.

Si bien es cierto, el tema de las enfermedades mentales en nuestra sociedad ha sido casi siempre un tabú, o más bien, un tema del que poco se conoce y se habla, pienso que nos hemos manejado con una idea colectiva de que los más afectados por estas situaciones son los adultos.

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Sin embargo, la pandemia ha demostrado que tras el confinamiento, la conducta suicida comenzó a presentarse con más fuerza en niños y adolescentes; debido principalmente a cuadros depresivos profundos, que nacieron al estar expuestos a violencia doméstica, que ya vivían en el interior de sus hogares, pero que con la pandemia se agudizó; esto unido a la mala situación económica, la falta de interacción social, entre otras causas. Sin dejar de mencionar la no menos importante presión social, el bullying escolar, el deseo de ser famosos, que los lleva a involucrarse en los denominados “retos”, que consisten en realizar cualquier locura imaginable, con tal de ganarse unos “likes” en sus perfiles mediáticos.

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Nunca antes en la historia de la humanidad hemos tenido una guerra que se lleva a cabo dentro de casa.

Dicho esto, resulta relevante citar una cifra oficial que –aunque es previa a la pandemia– refleja esta dura realidad: el suicidio era ya en 2018 y 2019 la principal causa de muerte adolescente en Ecuador. Y aunque aún no hay datos concluyentes del 2020 y años posteriores, con los antecedentes mencionados, se puede presumir fácilmente que la estadística debe haber ido en aumento.

¿Cómo enfrentar los pensamientos negativos?

Nos enfrentamos a una realidad muy complicada: nuestros niños y jóvenes se encuentran expuestos a demasiadas situaciones confusas y gran cantidad información. Podríamos decir que los jóvenes de hoy ven y viven cosas que antes estaban reservadas para los adultos, y que fácilmente rebasan su capacidad de comprensión y análisis.

Nunca antes en la historia de la humanidad hemos tenido una guerra que se lleva a cabo dentro de casa.

Por ello, hoy más que nunca, la presencia y supervisión de los padres, así como la ayuda profesional, en los casos que lo ameriten, son la única vía para salvaguardar la salud mental de nuestros pequeños. El desafío es evitar que más vidas se pierdan por falta de atención o empatía con una realidad que cada vez es más común y está más cerca de lo que pensamos. (O)