El hijo hambriento en medio de los cerdos después de despilfarrar su fortuna se acuerda de la abundancia de pan en la casa de su padre y se propone el regreso. Para él no era demasiado tarde. Su padre lo esperaba listo para abrazarlo: “Este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”.

Venezuela está en medio de los cerdos después de despilfarrar su fortuna, pero todo parece indicar que el regreso ya no es posible. Lo que empezó como un discurso de socialismo, de revolución y reivindicación, terminó en el despilfarro de la riqueza de un país a favor de unos cuantos libertinos. Luego sobrevinieron la escasez y la necesidad. Casi ocho millones de personas tuvieron que dejar su tierra para emigrar a países lejanos. El producto interno bruto se contrajo en casi el ochenta por ciento. La inflación alcanzó los tres dígitos. El promedio de ingreso pasó a menos de la mitad en pocos años. Ni siquiera sabemos el porcentaje de desempleo porque las cifras son inaccesibles.

Con alma llanera

Los venezolanos viven en medio de la miseria y sin poder comer el alimento que está reservado para los cerdos que los gobiernan. Ahora es ingenuo pensar que la dictadura de Maduro se va a ir. Poco a poco, en Venezuela se fueron captando todas las instituciones democráticas. Se cambió la Constitución y los poderes judiciales, legislativos y electorales terminaron ocupados por agentes de una dictadura. El fraude electoral se consumó de frente y sin tapujos. Maduro y la camarilla de militares que gobiernan Venezuela se van a quedar allí para siempre y parece que hay muy poco que se pueda hacer al respecto. No hay instituciones a las que el pueblo venezolano pueda reclamar. No hay misericordia que solicitar, ni brazos que puedan abrazar. No hay a dónde regresar.

El baño de sangre

Lo que ocurre en Venezuela debe servirnos de lección. Como una parábola o un relato figurado del cual podemos obtener una enseñanza. Ecuador cambió su Constitución para que el grupo político que aplaude lo que hoy ocurre en Venezuela gobierne a sus anchas. Ese mismo grupo político captó las instituciones democráticas y los poderes Judicial, Legislativo y Electoral, y pretendía quedarse en el poder para siempre. Pero por un error de cálculo Lenín Moreno terminó en el poder. Lenín Moreno consiguió que el camino a Venezuela no sea irreversible. Mal que mal, Ecuador todavía tiene una Fiscalía General del Estado que funciona, unos cuantos jueces honestos, unos cuantos legisladores independientes y unas fuerzas armadas al servicio de la democracia.

Hay poco que el Ecuador puede hacer para evitar la catástrofe venezolana. Pero podemos vernos reflejados en esa miseria. Podemos evitar con nuestro voto que gobiernen los que aplauden a Maduro y quieren que Ecuador se transforme en Venezuela. ¿Puede ser que estemos muertos, pero volvamos a la vida? ¿Puede ser que estemos perdidos, pero seamos encontrados? Lo que es seguro es que si vuelve Correa, no habrá espacio para la misericordia. (O)