Cuando aparezcan estas líneas, hoy miércoles 6 de noviembre, ya se conocerán los resultados de las elecciones en los Estados Unidos, de las que dependen tantas cosas para la paz del mundo; principalmente, para la guerra que se libra entre la OTAN y Rusia y que podría ampliarse y constituirse en una tercera guerra mundial.
Las fuerzas lucían hasta ayer muy equilibradas y el resultado dependerá de los números en ciertos estados claves; recuérdese que la señora Hillary Clinton obtuvo mayor número de votos totales del país –precisamente contra el señor Donald Trump– y perdió la elección porque su rival triunfó en los estados claves que designan un mayor número de delegados; la votación es, pues, indirecta. Así lo aprecié cuando fui invitado como observador de las elecciones que enfrentaron al señor Hubert Humphrey, demócrata, contra el señor Richard Nixon, republicano, en las que triunfó este último.
¡Uruguay: sí se puede votar bien!
Para los ecuatorianos, el asunto de la inmigración tiene trascendental importancia, tanto por solidaridad humana con nuestros compatriotas como porque la solidaridad de ellos con sus familiares que viven en Ecuador es muy grande y significa, además, un importante ingreso para la economía nacional. Los dos candidatos (el republicano Trump y la demócrata Kamala Harris) prometen endurecer las leyes contra la inmigración ilegal, pero el candidato republicano es, todavía, más drástico y ofrece expulsarla. Lo curioso es que los inmigrantes ya legalmente establecidos apoyan a Trump.
En el Ecuador, aunque las elecciones de primera vuelta solo tendrán lugar en febrero próximo, se está repitiendo un fenómeno según el cual las fuerzas contrarias a la principal, cuya clasificación se da por descontada, simplemente quieren pasar a la segunda vuelta -no importa el porcentaje con que lo hagan-, para luego esperar ganar en el balotaje por la unión de todos contra el correísmo, como en las últimas dos elecciones, lo que no está garantizado.
Una resolución que elimine al candidato impugnado, ya calificado por el CNE, puede traer impredecibles reacciones, más ahora por el descontento por los apagones; podría ocurrir que los partidarios del candidato eventualmente descalificado, por ira, en un porcentaje apreciable, apoyen a la candidatura más fuerte, o apoyen, mayoritariamente, a un tercer candidato, al que consideren más idóneo por su experiencia y preparación, como sería el caso de Henry Cucalón. El Ecuador está pendiente de la resolución del Tribunal Contencioso Electoral, en el que no tiene confianza, e intuye estaría recibiendo presiones de toda índole.
Tampoco inspiran confianza las actuaciones de los funcionarios de Gobierno que quieren, para no perder votos, que la responsabilidad del mal manejo de la crisis energética sea, exclusivamente, de su exministra de Energía, por no haber avisado a tiempo; pero ese es problema interno del Gobierno que la designó; el problema de los ecuatorianos es que estamos a oscuras. Lo mismo ocurre con el enfrentamiento con la vicepresidente, que fue escogida por el presidente; en esto, también, los ecuatorianos estamos a oscuras. (O)